Rosengarten (Alemania), 30 may (dpa) - Una pequeña cabaña descubierta en 2022 sirve hoy como museo para exponer las penurias a las que se enfrentaron muchas familias alemanas en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial.
"Son doce años de nacionalsocialismo en 20 metros cuadrados", explica Stefan Zimmermann, director del museo al aire libre situado en la colina de Kiekeberg, cerca de Hamburgo, en el norte de Alemania.
La cabaña es un histórico edificio original de la época, que fue utilizada hasta 2022 en un bosque a las afueras de la mencionada ciudad por su propietario como una caseta de fin de semana y fue trasladada a Kiekeberg en 2023.
Tras un periodo de investigaciones científicas y entrevistas con testigos de la época, hoy sirve como lugar para enseñar las condiciones en las que muchas familias alemanas vivieron en aquellos años.
"Las familias a menudo no tienen recuerdos ni historias sobre esta difícil fase de la vida", dice Zimmermann, quien apunta a que probablemente había muchas de estas cabañas que servían como viviendas improvisadas, sin baños y de espacios reducidos.
Neveras en el suelo
Las dos salas de la exposición documentan los cambios sociales que se produjeron tras la llegada al poder de los nacionalsocialistas, las consecuencias de la guerra y la vida cotidiana de los desplazados.
Muchas de las cabañas fueron construidas por los propios afectados e incluían algún espacio para el autoabastecimiento. En la mayoría de los modelos, pensados para un máximo de seis personas, se dejaba abierto un agujero en el suelo en los cimientos para mantener frescos los alimentos, a modo de nevera.
Al principio, entre 1943 y 1945, las pequeñas cabañas sirvieron sobre todo de refugio para las personas que habían sufrido bombardeos y fueron evacuadas. Los ataques aéreos aliados dejaron sin hogar a millones de habitantes de las ciudades alemanas.
Más tarde, sin embargo, pasaron a reutilizarse como cobertizos de jardín, casetas de fin de semana o incluso gallineros.
"La propaganda nacionalsocialista prometía que esta situación habitacional sería solo temporal con la esperanza de un final victorioso de la guerra", explica Zimmermann. "Después, había que esperar la victoria final, lo que resulta cínico desde la perspectiva actual", añade.
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