Vacas felices propician una granja feliz en Uganda

FAO

Cómo la Cooperación Sur-Sur entre China y Uganda ayuda a mejorar la resiliencia y los medios de subsistencia de los agricultores

“Todo se basa en el bienestar de nuestras vacas”, afirma Loyda Twinomujuni, la propietaria ugandesa de una granja de 150 acres (unas 60 hectáreas) con 80 vacas y tres empleados. Para Loyda y su personal, contar con una producción de leche constante y fiable lo es todo, ya que les permite costear los gastos domésticos, las tasas escolares de los niños y los costes de mantenimiento de sus viviendas, así como formar una familia.

Sin embargo, Loyda estaba profundamente preocupada: sus animales se encontraban en un estado de salud precario y eran poco productivos. “No parecen estar bien. Se nota en su pelaje; le falta brillo”. El hambre, la malnutrición y las enfermedades amenazaban la granja.

El mayor problema era la falta de piensos. Las vacas deambulan por la explotación y comen la hierba que crece de forma natural durante la estación húmeda, de marzo a noviembre, explica Loyda. Sin embargo, cuando empieza la estación seca, la granja se queda sin forraje rápidamente. “Tenemos vacas que se han muerto de hambre”, añade Loyda con tristeza.

Y lo que es peor, el cambio climático ha prolongado la estación seca y la sequía golpea la granja con más frecuencia que nunca. Unido a las plagas y enfermedades, el deterioro de las vacas pone en riesgo los ingresos de la explotación, amenazando el sustento de Loyda y sus trabajadores.

“La Cooperación Sur-Sur es de gran ayuda”

A pesar de todos estos retos, Loyda tenía grandes ambiciones. Su objetivo era ser capaz de producir más de 1 000 litros de leche al día, aunque la granja apenas producía 500 litros. No tenía ni idea de por dónde empezar. Fue entonces cuando oyó hablar de un proyecto de la FAO que enseñaba a los agricultores a mejorar la producción y la productividad de sus explotaciones.

Este proyecto se enmarca en el programa de Cooperación Sur-Sur (CSS) entre la FAO y China. Es una de las colaboraciones más largas y exitosas del programa, con más de 40 expertos agrícolas chinos enviados a trabajar con los agricultores locales y las comunidades rurales de Uganda.

Los expertos analizaron con detalle las prácticas de Loyda y aportaron sus conocimientos sobre cómo mejorar la producción y la salud de los animales. Técnicos chinos y de la FAO aconsejaron a Loyda que plantara variedades de hierba y maíz, que tienen un mayor rendimiento en la temporada de lluvias.


Loyda se apuntó a la nueva práctica sin dudarlo. “No quiero ver a mis vacas pasar hambre o estar desnutridas [nunca más]”. Gracias al proyecto de CSS obtuvo semillas Napier de alta calidad, tanto ella como sus empleados aprendieron a hacer ensilaje (un tipo de forraje hecho con cultivos de follaje verde) y obtuvo una picadora de hierba para facilitar esta actividad que requiere mucha mano de obra.

Loyda también aprendió a prepararse mejor para las sequías. Los expertos técnicos de la FAO y de China le recomendaron que envolviera el ensilaje y lo almacenara en un depósito durante la estación húmeda. Antes solía cavar un hoyo en el suelo para almacenarlo, pero se pudría debido a la humedad. La salud de las vacas puede verse afectada por el consumo de ensilaje de baja calidad.

“Durante la sequía, alimentamos a las vacas con ensilaje para poder mantener el nivel de producción de leche”, explica Loyda, tras haberlo aprendido de los técnicos agrícolas de CSS. “Una vez envuelto y almacenado, [el ensilaje] se puede conservar hasta dos años”.

La capacidad de almacenamiento de la granja de Loyda se amplió para poder alimentar a los animales durante cinco meses en caso de sequía.

Cuando las vacas empezaron a consumir el ensilaje, la producción de leche aumentó de siete litros por vaca y día a 35-40, lo cual supuso un enorme aumento de la productividad. Loyda alcanzó y superó su ambicioso objetivo. Ahora la explotación tiene más de 200 vacas, que producen más de 1 500 litros de leche al día.

Loyda consiguió adquirir otros 30 acres de tierra (unas 12 hectáreas) y contratar a 12 empleados más. “La CSS ha mejorado la calidad de vida de todos en esta granja”.
 

“Todo el mundo se beneficia de ello”

Loyda está muy agradecida al proyecto: “Todo el mundo se beneficia de él y nuestra calidad de vida ha mejorado. En esta granja las vacas nunca se mueren de hambre, los ingresos de las familias han aumentado y mis trabajadores pueden pagar las tasas escolares de sus hijos, construir casas y casarse”.

Estaba ansiosa por compartir su experiencia. Ha organizado visitas para que los propietarios de otras granjas aprendieran las buenas prácticas. “Mucha gente tiene más tierra que nosotros, pero vienen y nos preguntan ¿cómo podéis alimentar a tantas vacas en un espacio tan limitado? Les enseñamos cómo utilizamos la máquina y preparamos el ensilaje”, dice Loyda con orgullo.

El éxito del proyecto no sólo ha ayudado a Loyda y a otros pequeños agricultores en su vida personal y profesional, sino que también ha puesto de manifiesto los retos persistentes del sector agrícola que no son exclusivos de Uganda.


El programa de CSS apoya los objetivos nacionales de desarrollo de los países resolviendo las carencias del sector agrícola a las que se enfrentan los agricultores. A través de la CSS, la FAO vincula a los países, facilita el diálogo y proporciona un marco para la cooperación, además de aportar una amplia capacidad técnica y recursos. Los proyectos de CSS de la FAO y China funcionan actualmente en 20 países.

Loyda está ahora dispuesta a seguir ampliando su negocio. Su próximo objetivo es conseguir un refrigerador para conservar la leche y elaborar productos lácteos como yogur y queso, que “se pueden vender por más dinero” y están menos sujetos a las fluctuaciones de los precios. Con el apoyo técnico de la CSS, confía en que su sueño se haga pronto realidad.