Montañista alemán se enfrenta a su mayor reto, el Everest

Por Anne-Sophie Galli (dpa)
Katmandú (Nepal), 1 ene (dpa) - Cuando Jost Kobusch y sus amigos estaban en el campamento base del Monte Everest, de repente tembló la tierra. Una avalancha de nieve cayó sobre ellos y quedaron sepultados por la masa blanca. Dieciocho personas murieron. Pero Kobusch y sus amigos sobrevivieron. Y a partir de entonces, este hombre de la pequeña ciudad alemana de Borgholzhausen, que entonces tenía 22 años, decidió vivir su vida de otra manera.


En vez de comenzar a estudiar medicina, quiso ser montañista y vivir una vida sin tener que arrepentirse de nada, como dijo hace poco en una entrevista con dpa. "Todo se volvió cada vez más blanco a mi alrededor y estaba seguro de que moriría". Pero permaneció tranquilo. "Pensé: bueno, si mueres ahora, es así. Está bien. Tomé las decisiones correctas en la vida".

Desde entonces, pasaron cuatro años y medio. Kobusch tiene 27 y ya alcanzó la cima de varias montañas de gran altura. A los 21 fue el escalador más joven en vencer sin ayuda los 6.800 metros del Ama Dablam en el Himalaya.

A los 25, fue la primera persona en escalar el Nangpai Gosum II, de 7.300 metros, y fue nominado por ello al "Oscar de los montañistas", el Piolet d'Or. Y hace tres años llegó a la cima de su primer pico de más de 8.000 metros, el Annapurna.

A Kobusch le gustan los desafíos extremos sobre los que en principio ni siquiera sabe si son posibles.

Este invierno boreal intenta llegar solo, o sea, sin sherpas y sin botella de oxígeno, a la cima de la montaña más alta del mundo, el Monte Everest, de 8.848 metros de altura. Según la "Himalayan Database", hasta ahora nadie logró esto.

Escalarlo en invierno es especialmente difícil, porque a más de 8.000 metros la temperatura llega a ser de 50 grados bajo cero y los vientos son de 180 kilómetros por hora, según explicó el montañista alemán Ralf Dujmovits. Sin botella de oxígeno es aún más difícil porque hay menos oxígeno y se respira más rápido.

Kobusch es consciente de los riesgos y también sabe que las posibilidades de éxito son pocas. Pero de todas maneras quiere intentarlo. "Estimo que necesitaré tres o cuatro intentos". Según explica, quiere vivir intensamente y experimentar solo la montaña y la naturaleza.

Durante los últimos meses, Kobusch se preparó para su misión. En las últimas semanas, escaló varias montañas del Himalaya para acostumbrar el cuerpo.

Acaba de levantar su carpa en el campamento base. Desde allí intentará desde fines de febrero en adelante subir una y otra vez, buscar rutas. Quiere avanzar varios días cada vez y volver a bajar hasta el campamento base, donde lo esperan un cocinero y un ayudante de cocina. Pero en los intentos quiere estar solo.

En su misión en el Everest y en todos sus demás proyectos también lo impulsa el miedo. Le gusta, afirma. "Ese miedo genera increíblemente mucha energía en mí y me hace concentrar mucho". Escalar también le ayudó a superar ciertos temores.

"No sé, cuando esté ahí arriba, seguramente tenga miedo. Pero eso es lo apasionante", dice. Kobusch tiene previsto escalar aún varias montañas más. Hasta que en algún momento el cuerpo le diga basta.