DdP: Comunicado de rechazo a la injerencia extranjera en los asuntos internos de Venezuela

Comunicado de rechazo a la injerencia extranjera en los asuntos internos de Venezuela y en favor de la paz, la concordia y la convivencia nacional

En el año 1976, los pueblos del mundo, enarbolando su experiencia de lucha de siglos contra el colonialismo firmaron en Argel la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos, en la cual afirmaban: “Vivimos tiempos de grandes esperanzas, pero también de profundas inquietudes. Tiempos llenos de conflictos y de contradicciones”.

Esta declaración, hija de las luchas del Tercer Mundo contra la opresión colonial e imperial, establece en su Artículo 5 que: “Todo pueblo tiene el derecho imprescriptible e inalienable a la autodeterminación. Él determina su status político con toda libertad y sin ninguna injerencia exterior”.

En el derecho internacional los Estados tienen la obligación de abstenerse de intervenir, directa o indirectamente, en los asuntos internos de otro Estado con la intención de afectar su voluntad y obtener su subordinación. Se deriva de un principio del derecho internacional público, el principio de no intervención que establece la independencia de las naciones y el derecho de autodeterminación de los pueblos.

Este principio, que encabeza también los dos pactos internacionales de derechos humanos, es la clave de las relaciones internaciones justas y ha sido el más agredido, denostado y humillado por los imperios de la historia, que sólo lo reconocen cuando de sus asuntos se trata.

Hoy, como Presidente del Consejo Moral Republicano, órgano principal del Poder Ciudadano, enarbolando la Constitución de la República que en su artículo 1 establece que “La República Bolivariana de Venezuela es irrevocablemente libre e independiente”, rechazamos el ataque a nuestra soberanía que se viene desarrollando en el seno de la Organización de Estado Americanos y especialmente condenamos la campaña emprendida por su Secretario General, el señor Luis Almagro, con la cual se pretende presionar e intervenir en los asuntos internos de nuestro país y generar una situación de crisis e, incluso, alentar una intervención en nuestra tierra.

La historia de nuestro continente está colmada de ejemplos de cómo el poder imperial ha hecho uso de sus medios de persuasión, de su poder económico, de su capacidad de extorsión, de sus funcionarios serviles y de su fuerza bruta militar para imponer sus designios por sobre los intereses de nuestros pueblos. Y en ese concierto, la OEA ha sido siempre un tibio acompañante de los pueblos y un servil escenario para los agresores.

La campaña desarrollada por el Secretario General de esta organización, que cumple ya un año de intromisión en nuestra vida política y de agresión hacia las instituciones venezolanas, nos retrotrae a los días más tristes de la historia de esta región.

Jacobo Árbenz, Joao Goulart, Juan Bosch, Salvador Allende, Jean-Bertrand Aristide, Manuel Zelaya, Fernando Lugo, Dilma Rousseff son algunos de los nombres de presidentes derrocados por el intervencionismo y sus mandaderos locales, con la anuencia o indiferencia de este foro internacional paradigma del neocolonialismo.

En su triste historia se encuentra también la expulsión de Cuba y un largo camino de silencios ante la violencia ejercida contra los luchadores que ayer y hoy carecen de voz en el entramado institucional de la OEA.

Ante esta situación de amenaza que vive nuestra Patria, consideramos en el marco del principio de colaboración entre poderes, que la reciente sentencia de la Sala Constitucional del Máximo Tribunal de la República, evalúa apropiadamente elementos que ponen en riesgo la soberanía e independencia del país que deben ser considerados, pues no contribuyen al mantenimiento y fortalecimiento de la paz entre venezolanos.

En este marco, la Sala Constitucional como máximo intérprete de la Constitución y las leyes, ha declarado la nulidad del insólito acto parlamentario aprobado por la Asamblea Nacional el día 21 de marzo de 2017, denominado como "Acuerdo sobre la Reactivación del Proceso de Aplicación de la Carta Interamericana de la OEA".

El fallo advierte, en aras de la garantía constitucional de preservar el ordenamiento jurídico y mantener la paz, la concordia y la convivencia ciudadana, que el Jefe del Estado ejerza las acciones que estime pertinentes para salvaguardar el orden constitucional, ello en atribución al numeral 1 del artículo 236 de la Carta Magna, correspondiente a las Atribuciones del Presidente de la República, que establece la obligación de “Cumplir y hacer cumplir esta Constitución y la ley”.

Es por ello que este órgano del Poder Ciudadano manifiesta su firme apoyo a esta sentencia, toda vez que es deber unánime de todas las autoridades defender la soberanía y trabajar a favor de la paz. Del mismo modo, coincidimos con la Sala Constitucional en la necesidad de valorar en toda su dimensión, el rol que hoy día ejercen organizaciones internacionales como la OEA de las cuales somos Estado Parte.

Sorprende como en la OEA han sido sordos ante las gravísimas violaciones a los derechos humanos ocurridos en países en los cuales miles de líderes campesinos, comunales, luchadores sociales, periodistas y defensores de derechos humanos han sido desaparecidos y asesinados con la mayor impunidad de manera ininterrumpida por los gobiernos de turno; y sin embargo, tienen su mirada puesta en nuestro país, asediado por intereses nefastos e innobles que persiguen el derrocamiento de nuestro sistema democrático.

Ante la aviesa y brutalmente visible agresión de la superpotencia más poderosa de la Tierra, de crear un escenario que culmine con un indetenible derramamiento de sangre en nuestro país, evoco al poeta antifascista italiano Eugenio Montale, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1975, quien en su poema “Siria” profetiza en los años ochenta del siglo pasado la destrucción de la milenaria ciudad de Alepo con estos versos:

“Decían los antiguos que la poesía
es una escalera hacia Dios. Quizá no pienses
eso si me lees. Pero yo lo supe el día
en el que reencontré mi voz gracias a ti, disuelto
en un rebaño de nubes y de cabras
revoltosas dedicadas a absorber la savia de los brotes
del ciruelo y del carex, mientras los rostros
enjutos del sol y de la luna se fundían,
el motor estaba averiado y una flecha
de sangre sobre una roca
señalaba el camino hacia Alepo”

Que ese vaticinio, hermoso y lúgubre a la vez que el gran poeta europeo nos dictara, no se enseñoree contra nuestra amada patria venezolana, cuyo bien más sagrado son sus abuelos, sus padres, sus madres, sus hijos y nietos, en fin, la gran familia nacional.

Que los fatídicos himnos de la guerra y la infamia que ultrajan la paz de la nación no sigan sembrando la angustia y el caos entre hermanos.

Convoco en esta hora definitiva de la República a la unidad nacional sin distingos políticos, económicos, sociales y religiosos, con el luminoso objetivo de evitar un desenlace fatídico que traiga como consecuencia la afrenta, el homicidio y la implosión de la estabilidad en toda la región latinoamericana.

Ésta es la hora de los valientes, congregados a insistir infinitamente en los llamados al civismo, a la concordia, a la tolerancia, al diálogo y a la convivencia entre iguales, pues ellos son valores inmortales para preservar la dignidad humana.

Muchas gracias.

Caracas, 29 de marzo de 2017.

Tarek William Saab
Presidente del Consejo Moral Republicano