La mirada irónica de Scholz, vista por el fotógrafo de los cancilleres

Por Christoph Driessen (dpa)

Königswinter (Alemania), 7 may (dpa) - Olaf Scholz, el inescrutable, mira atento, pero no tenso, en el retrato que le ha hecho el fotógrafo de los cancilleres, Konrad Rufus Müller.


En él, si uno se fija bien, su ojo izquierdo es un poco más pequeño, lo que le confiere una expresión ligeramente irónica. En general, se lo ve extrañamente relajado, lo que también se puede deber a que no lleva corbata ni camisa, sino un pullover.


La foto fue tomada en noviembre del año pasado en la Cancillería. La sacó Konrad Rufus Müller, quien a sus 83 años retrató a todos los cancilleres, empezando por Konrad Adenauer.


Sus imágenes se diferencian de otros retratos. Son más intensas, es decir, se puede reconocer a la persona que hay detrás. Eso, dice Müller, se debe a que acompañó a algunos cancilleres durante años y así los pudo observar también en momentos muy personales, en los que no eran conscientes de su presencia.


En otros casos, se debe por el contrario a que solo les robó unos pocos minutos. Por un momento breve, señala, los políticos de primera línea quizá están dispuestos a entregarse a un fotógrafo y a mirarle a los ojos. "Luego, rápidamente, se aburren y se ponen nerviosos. Eso se les nota".


Müller siempre toma unas pocas imágenes. Aún saca fotos analógicas y no digitales. En toda su vida, solo utilizó dos cámaras. La primera de ellas, del año 1936, pertenecía a su padre. Además, nunca lleva iluminación, trípodes u otros accesorios. Solo su pequeña cámara. En ocasiones, relata, se burlaron de él por ello.


Müller, nacido en Berlín, vive en Königswinter, cerca de Bonn, en una casa con un jardín lleno de árboles frutales. Desde fuera entra radiante la luz del sol e ilumina una gran mesa. Allí Müller desplegó una selección de sus fotos de cancilleres. Es un viaje en el tiempo hasta la década de 1960.


Allí se ve el rostro inconfundible de Konrad Adenauer con la nariz plana y los pómulos sobresalientes, marcado por los momentos álgidos y las caídas de una larga vida política.


En el primer plano se ve cada arruga, cada mancha. Müller tenía apenas veintipico años cuando acompañó a Adenauer a una convención de su partido, la CDU, y a otros compromisos. El primer canciller de la República Federal Alemana le parecía entonces un semidiós.


Pero de ninguna manera era inaccesible. Cuando Adenauer bajaba el empinado camino de su vivienda en Rhöndorf, cerca de Bonn, solo lo esperaban su chófer y un único agente de seguridad. "Se le podía dar la mano a Adenauer, hablar con él. Hoy eso es impensable".


Le siguieron los dos cancilleres de la conservadora CDU de los años de posguerra, Ludwig Erhard y Kurt Georg Kiesinger, y luego el legendario Willy Brandt, del Partido Socialdemócrata (SPD).


A las fotos de Müller se les nota qué personalidades lo impactaron de verdad. Junto a Adenauer fue sobre todo el primer canciller de la SPD. "Willy Brandt era mi héroe". Con él desarrolló un vínculo tan estrecho, que incluso lo visitó de vacaciones en Noruega. En ese entonces Brandt ya había renunciado al cargo.


En las fotos de Müller se pueden reconocer el desgarro interior y los fuertes cambios de ánimo del hombre que era la esperanza de toda una generación y padecía ocasionalmente fuertes depresiones.


Helmut Schmidt no impresionó nada a Müller, al contrario que su sucesor, Helmut Kohl, que al principio era objeto de burlas. A él lo acompañó en 52 viajes y vivió con él momentos históricos.


Por ejemplo, cuando en el verano de 1989 Kohl paseó con Mijail Gorbachov por los jardines de la Cancillería en Bonn. Con los brazos alzados, el colosal Kohl está delante de Gorbachov, como si estuviera representando una escena teatral para el jefe de Estado y de Partido soviético. Müller le preguntó después a Kohl que le había dicho en ese momento a Gorbachov, pero no se lo reveló.


Luego Kohl se ofendió un poco porque Müller también construyó una buena relación con su sucesor socialdemócrata, Gerhard Schröder. A Angela Merkel, en cambio, solo la pudo fotografiar una vez brevemente. "Dos minutos, no más que eso".


Müller realizó muchos otros proyectos fotográficos a lo largo de su vida. Su obra consiste en un total de 2.800 fotografías únicas, que le gustaría exponer en un museo.


Cree que las fotos de cancilleres perdurarán. Y espera que, en 2024, en el 75 aniversario de la República, se edite un libro y se organice una exposición. Dice que Olaf Scholz ya se mostró dispuesto a apadrinarlo. "Me gustaría vivir eso", aseguró.