Activistas alemanes irrumpen en museo, pero esta vez para una lectura

Hamburgo, 21 may (dpa) - El grupo ecologista alemán Letzte Generation (Última Generación), que se hizo conocido por acciones en las que sus activistas lanzaban puré o se adherían a obras de arte, volvió a los museos, pero esta vez no para protestar, sino para una performance.


La actividad, dividida en varias partes, se lleva a cabo en colaboración con ocho instituciones alemanas con motivo del Día Internacional de los Museos, que se celebró el jueves pasado. 


En el vestíbulo de la Kunsthalle de Hamburgo, por ejemplo, los activistas invitaron al público a participar en una lectura en voz alta de varias horas.


Según indicó el movimiento, los textos leídos hablan de los fundamentos y los temas científicos en los que se basan las acciones de Última Generación. Además, los participantes declararon que de ese modo quieren entablar una conversación con los visitantes del museo. A lo largo del domingo, pequeños grupos de personas escucharon las lecturas del grupo en Hamburgo.


Se celebraron actos similares en el Museo para la Comunicación de Núremberg, la Kunsthalle de Rostock, el Museo Hanseático Europeo de Lübeck, el Museo Ludwig de Colonia, el de Etnología de Leipzig, el Museo Alemán de la Higiene de Dresde y el Museo Zeppelin de Friedrichshafen.


Los organizadores son, además del movimiento Última Generación, el Comité Nacional Alemán del Consejo Internacional de Museos (ICOM) y Museums For Future Germany.


Los activistas climáticos llevan meses realizando ataques contra obras de arte en numerosos museos alemanes y de otros países europeos. Entre otras cosas, en octubre vertieron puré de patatas sobre un cuadro de la serie "Les Meules" (Pajares) de Monet (1889-1891), que estaba cubierto por un cristal protector, en el Museo Barberini de Potsdam.


En diciembre usaron pegamento para adherirse al histórico marco de madera del cuadro de Lucas Cranach "Descanso en la huida a Egipto". En Hamburgo quisieron pegar en marzo un póster que habrían traído consigo sobre el cristal de seguridad del cuadro "El caminante sobre el mar de nubes", de Caspar David Friedrich, pero los guardias de seguridad lo impidieron.