Union Berlín busca hacer historia ante el Bayern Múnich

Por David Langenbein (dpa)

Berlín, 2 sep (dpa) - Es casi una tradición que, año tras año, el Union Berlin pierda jugadores clave pero el club alemán sigue en alza y ahora va por su partido más importante, ante el Bayern Múnich y por el liderato de la clasificación de la Bundesliga.


El rey de la subestimación ha dominado este obstáculo sin esfuerzo. "Es una instantánea en el tiempo", dice el entrenador Urs Fischer antes del que probablemente sea el partido más importante del Union Berlin bajo su dirección hasta ahora. 


"No tenemos este partido clave en mente", asegura. Sin embargo, no hay forma de evitarlo. Con un triunfo mañana de local ante el campeón Bayern, el club del distrito de Köpenick de la capital alemana podría tomar la delantera en la Bundesliga. 


El Bayern y el Union Berlín lideran la tabla, ambos con diez puntos tras disputarse las primeras cuatro fechas de la temporada, y con la mínima ventaja sobre el Freiburg, el Hoffenheim y el Borussia Dortmund. 


Sería el siguiente hito en el constante ascenso del Union, que hace tres años aún jugaba en segunda división y que recientemente ha clasificado a la Europa League en dos ocasiones consecutivas.


Como de costumbre, el entrenador suizo se pone de punta en blanco cuando se trata de la competencia en el estadio berlinés Alte Försterei, con las entradas agotadas, y contra el que quizá sea el mejor equipo del mundo, como dice Fischer.


Más que cualquier jugador, Fischer y el director general del fútbol profesional, Oliver Ruhnert, son las caras del éxito del Union.


Bajo el liderazgo del presidente Dirk Zingler, que combina su corazón por el club con su experiencia como empresario, ambos parecen haber dominado también los próximos cambios en el plantel. 


Temporada tras temporada, las figuras del equipo abandonan el club, como ocurrió este año con Marvin Friedrich, Max Kruse y Grischa Prömel.


Temporada tras temporada, son reemplazados al parecer sin mayor esfuerzo.


Con una alta tasa de aciertos, Ruhnert y el departamento de scouting (ojeadores) encuentran jugadores que son una combinación perfecta para el Union y su limitado presupuesto. Futbolistas con un potencial aún no explotado en su totalidad o que ya no se explota en su club. Profesionales que acepten el sistema Fischer y lo interioricen rápidamente.


El entrenador suizo destaca la importancia del entorno para una rápida integración. "Esto es muy familiar. Mucha gente intenta estar al lado de los chicos, sobre todo al principio", dice el hombre de 56 años.


Los observadores ponen cada vez más los ojos en blanco ante el conservador objetivo de los berlineses, mantenerse en la liga y no ganar Europa. 


Pero la narrativa del pequeño club de barrio que quiere molestar a los grandes encaja perfectamente con el Union, tanto en lo que refiere al entorno como en términos deportivos. El hecho de que Fischer, Ruhnert y Zingler sean extremadamente ambiciosos no contradice este posicionamiento.


Fischer siempre consigue que su equipo funcione sin dificultades como colectivo en el campo, desagradable y disciplinado defensivamente. Sin pretensiones, con determinación y con eficacia hacia adelante.


Si los pilares caen, otros dan un paso adelante. El capitán Christopher Trimmel, el defensa Robin Knoche y Rani Khedira conforman la actual estructura.


La extraordinaria afición con la que cuenta el club y su experiencia en el estadio de Köpenick han convertido al club en una marca registrada fuera de la capital.


"Recibimos muchos comentarios positivos de toda Alemania", dice Ruhnert. Hasta ahora, el club ha conseguido dominar este acto de equilibrio entre el romanticismo futbolístico y un éxito cada vez mayor.


En efecto, la batalla por la cima de la tabla es probable que siga siendo una fotografía del momento.


Sin embargo, a largo plazo, el Union podría seguir el camino del Freiburg como un club de culto que pica en la mitad superior de la tabla y, en los años buenos, juega en los torneos europeos.


Pero aquí también tiene sentido la cautela en Berlín, porque el margen de error es sencillamente menor para los clubes pequeños que para la competencia financieramente más fuerte. Los cambios radicales son siempre arriesgados.