Alemania ratificaba hace 50 años los tratados de la Ostpolitik

Por Verena Schmitt-Roschmann (dpa)

Berlín, 16 may (dpa) - Fue una disputa acalorada, hiriente, polémica. "Nunca antes un asunto había agitado tanto las mentes de nuestro pueblo, nunca antes las opiniones se habían enfrentado de forma tan implacable", declaró el ministro alemán de Relaciones Exteriores Walter Scheel en el Parlamento el 17 de mayo de 1972.


Ese día, la coalición de socialdemócratas y liberales consiguió ratificar los Tratados de Moscú y Varsovia, los acuerdos centrales con la Unión Soviética y Polonia firmados por el gobierno del canciller socialdemócrata Willy Brandt.


Cincuenta años después, en tiempos de la guerra de Ucrania, se habla mucho de la llamada Ostpolitik (Política hacia el Este) de Brandt, ya sea como un hito o como el origen de una tendencia en la socialdemocracia -y en la población- germana por comprender a Rusia (los llamados "Russlandversteher").


"Cambio a través del acercamiento" fue el lema acuñado por el asesor de Brandt, Egon Bahr. O, como dijo Scheel, "se trata de pasar de la confrontación a la cooperación". Esto nos suena al debate desatado en los últimos años sobre qué postura asumir frente a Rusia. Pero, ¿es buena la comparación?


"Mirar hacia atrás en la Ostpolitik no ayuda a avanzar en la cuestión de la guerra de Ucrania hoy en día", dice el historiador Bernd Rother, para quien la cuestión es si se puede seguir aplicando esa política de Brandt hoy en día.


Recuerda que antes de la guerra rusa contra Ucrania, las negociaciones eran una opción. "Pero la invasión rusa de Ucrania ha creado ahora una situación completamente nueva", dice Rother.


La situación inicial en la que Brandt buscó un mayor entendimiento con Moscú a finales de los años 60 era muy diferente de la política de posguerra fría hacia Rusia.


La motivación más importante para Brandt, anteriormente alcalde de Berlín Occidental, era mejorar la vida cotidiana de los alemanes orientales y occidentales separados por el Muro.


Sin embargo, para lograrlo, Brandt tuvo que abordar las principales cuestiones políticas que habían quedado sin respuesta desde la fundación de la República Federal en 1949: ¿Se reconoce a la RDA como un Estado? ¿Se aceptan las fronteras de posguerra, es decir, las pérdidas territoriales en la guerra mundial iniciada por la Alemania nazi? Y, en general, ¿es lícito negociar con los comunistas?


Al final, Brandt respondió afirmativamente a todas estas preguntas e inició así un cambio de rumbo histórico.


"La nueva Ostpolitik de la coalición social-liberal del canciller Willy Brandt rompió el bloqueo entre Bonn y Moscú y puso fin a la decisión de la República Federal de seguir en un callejón sin salida de exigencias en la política oriental", constató el ya fallecido historiador Manfred Wilke.


Los resultados tangibles fueron el Tratado de Moscú con la Unión Soviética, del 12 de agosto de 1970, y el Tratado de Varsovia con Polonia, del 7 de diciembre de 1970, dos documentos asombrosamente breves, con solo unos pocos artículos.


Los mensajes centrales: renuncia a la violencia, respeto a las fronteras vigentes en Europa, incluida la frontera de los ríos Oder-Neisse, y abandono de cualquier reivindicación territorial.


Brandt puso en marcha este acercamiento ya en su época de ministro de Exteriores de la Gran Coalición con los democristianos del canciller Kurt Kiesinger a partir de 1966 y prosiguió al ganar las elecciones generales de 1969.


El canciller tenía un mandato y, sin embargo, provocó una crisis política interna. Cuando Brandt llevó los tratados al Bundestag (Parlamento) para su ratificación el 23 de febrero de 1972, el líder de la oposición, Rainer Barzel (CDU), los rechazó de plano acusándolo de hacer propaganda y despreciar los intereses alemanes.


Le siguió una batalla de 22 horas de discursos. El Partido Socialdemócrata (SPD) y el Partido Liberal (FDP) seguían confiando en su propia mayoría.


Pero las cosas resultaron ser diferentes. Varios miembros de la coalición se pasaron a las filas de las conservadoras CDU/CSU en protesta por los tratados, y la mayoría socialdemórata-liberal desapareció.


Barzel vio la oportunidad de desbancar al gobierno y el 24 de abril de 1972 intentó ser elegido canciller mediante un voto de censura constructivo. Pero le faltaron dos votos sin que entonces se conociese la razón.


Décadas más tarde se supo: la policía política de la RDA, la Stasi, había sobornado con 50.000 marcos al diputado de la CDU Julius Steiner y había fichado al legislador de la CSU Leo Wagner como colaborador. A la Stasi le interesaba mantener a Brandt en el cargo y salvar los tratados.


Esto se consiguió el 17 de mayo con un compromiso parlamentario. La ley de ratificación fue acompañada de una "resolución conjunta" entre ambas facciones sobre los puntos críticos. Casi todos los diputados de la CDU y la CSU se abstuvieron en la votación y los tratados fueron ratificados.


Fue un resultado ajustado, que también dependió de la RDA. Sin embargo, la política de distensión, por la que Brandt recibió también el Premio Nobel de la Paz en 1971, se convirtió rápidamente en el consenso de la política exterior alemana.


El canciller democristiano Helmut Kohl también la mantuvo después de 1982. La caída del Muro de Berlín, la unificación de Alemania, el fin de la Guerra Fría: todo ello se describió a menudo como mérito de la Ostpolitik de Brandt, por la que fue venerado como un icono en su partido.


Tras el fin de la RDA y la Unión Soviética, la situación cambió. Alemania dependió mucho menos de la buena voluntad de Moscú y, en lugar de estar en una posición de primera línea, se vio situada cómodamente en el centro de Europa.


"Después de 1989, hubo un nuevo orden de paz europeo", dice Rother, un historiador muy vinculado al SPD. "Eso se veía muy bien en los años 90". Pero a finales de la década las relaciones rusas con Occidente se volvieron más conflictivas.


El hecho de que Alemania, no obstante, quisiera seguir manteniendo conversaciones con Moscú "no lo veo principalmente como una línea directa de la Ostpolitik de Brandt", dice Rother. "No solo Alemania, y en absoluto no solo el SPD, apostó por las negociaciones con Rusia".


Sin embargo, en su dependencia de la energía rusa, Alemania fue más allá que otros países de la Unión Europea. Esto, a su vez, se remonta a Brandt, ya que en 1970, con los tratados del Este, llegó el primer acuerdo de tuberías de gas natural, que trajo el gas ruso a Europa Occidental a gran escala.


Pero también en este caso estos acuerdos, hasta el gasoducto Nordstream incluido, fueron objeto de un amplio consenso, apoyado también por la canciller conservadora Angela Merkel.