Moscú, 13 feb (dpa) - La comunidad empresarial alemana en Rusia tiene "grandes esperanzas" en la visita del canciller alemán, Olaf Scholz, al presidente ruso, Vladimir Putin, que tendrá lugar este martes en el Kremlin.
"El conflicto en torno a Ucrania debe resolverse definitivamente de forma pacífica y con los medios de la diplomacia", declaró hoy el presidente de la Cámara de Comercio Germano-Rusa (AHK), Rainer Seele.
Scholz visitará primero al presidente ucraniano Volodímir Selenski este lunes y a Putin en Moscú el martes. Las relaciones entre Alemania y Rusia son más tensas de lo que han sido durante décadas debido a una multitud de conflictos.
Seele advirtió de que no se deben romper los contactos entre ambos países ni congelar los proyectos. Esto no supondría una reducción de las tensiones, sino "más confrontación", dijo.
"Incluso en los tiempos más oscuros de la Guerra Fría, la economía alemana fue siempre un puente entre Alemania y la Unión Soviética", indicó.
A pesar de las sanciones por el conflicto de Ucrania y de las restricciones por la pandemia del coronavirus, las empresas alemanas han invertido unos 7.600 millones de euros (unos 8.600 millones de dólares) en Rusia en los últimos cinco años, según datos de la Cámara de Comercio Germano-Rusa.
Los empresarios alemanes esperan que Scholz plantee otros temas durante su reunión con Putin, como los nuevos exámenes médicos obligatorios para los extranjeros que quieran trabajar en Rusia.
"Los directivos e ingenieros germanos y extranjeros están siendo sometidos a un procedimiento discriminatorio y lento, en detrimento del clima de inversión, y ello a pesar de que promueven la inversión en Rusia en sus países de origen", afirma Matthias Schepp, presidente de la junta directiva de la AHK.
Según una ley firmada por Putin, desde enero de este año los extranjeros que viven en Rusia deben someterse a pruebas médicas cada tres meses para detectar posible consumo drogas, sífilis u otras enfermedades. También tienen que hacerse regularmente radiografías, que son controvertidas por la peligrosa exposición a la radiación.
Los niños a partir de seis años y los cónyuges también deben someterse a las pruebas.
"El resentimiento entre directivos, ingenieros, científicos e investigadores es cada vez mayor. El reglamento debe ser suspendido", agregó Schepp.
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