Posterino aborda dualidad víctima-culpable en "La catadora" de Hitler

Por Marta Rodríguez Merinero (dpa)
Madrid, 27 oct (dpa) - La textura de un "Strudel" de manzana, el olor del pan recién horneado, el sabor de unos pimientos asados. Delicias inimaginables en tiempos de guerra a las que, sin embargo, tiene acceso un reducido grupo de mujeres. Corre el año 1943 y ellas, jóvenes y famélicas, acuden a diario al cuartel general de Hitler a probar la comida del Führer antes de que este la ingiera para descartar que esté envenenada.

En la novela "La catadora" (Lumen), la escritora italiana Rosella Postorino se inspira en la historia real de Margot Wölk para contar las vivencias de Rosa Sauer, que al contrario que sus coetáneos, puede comer a diario pero a la vez arriesga su vida en cada bocado mientras espera que su marido regrese del frente. ¿Suerte o desgracia?

Cuando hace cuatro años Postorino se topó en un periódico con la historia de Wölk, una berlinesa de 96 años que por primera vez revelaba que había sido catadora de Hitler, enseguida se convirtió en un personaje en su cabeza, cuenta en entrevista con dpa. "Esta mujer reunía al mismo tiempo la condición de víctima y de privilegiada. Sentí que la historia me hablaba porque me obligaba a plantearme qué hubiera hecho yo en su lugar."

"Comencé a investigar sobre Wölk y cuando conseguí encontrarla le escribí una carta para pedirle una cita. Pero la semana en la que la envié ella murió", rememora. Así empezó un exhaustivo proceso de documentación y escritura que duró más de tres años y durante el cual visitó los lugares en los que transcurre la historia sin que nadie supiera darle información sobre las catadoras.

Postorino se sumergió entonces en todo tipo de libros, cartas, entrevistas, series y películas para reconstruir la época histórica pero también para conocer los hábitos, sentimientos y pensamientos de las mujeres de aquella época.

El libro, cuyos derechos se han vendido para su adaptación al cine, aborda numerosos temas como el miedo, la confianza, el poder, el instinto de supervivencia o el deseo, pero su autora destaca sobre todos ellos la importancia del cuerpo, "lo más íntimo y público que tenemos". Así se sirve de las reacciones físicas y psicológicas que experimentan sus personajes para caracterizarlos, como hace en el caso del Führer, a quien describe como un hombre lleno de manías y fijaciones absurdas. "El cuerpo humaniza a Hitler: funciona mal, su dieta es desequilibrada, tiene flatulencias... Es mi manera de ridiculizarlo."

En la novela la comida es una metáfora de la condición humana, cuenta Postorino. "Para vivir tienes que probar el mundo, aunque este te pueda matar. Vivir siempre es una amenaza", señala. "Los seres humanos vivimos como si fuéramos eternos, si no, nos suicidaríamos. Por eso me resulta increíble que la gente que lo ha perdido absolutamente todo quiera seguir viviendo. El instinto de supervivencia es un recurso maravilloso y una condena a la vez", puntualiza.

Postorino convierte a su "ejército" de catadoras en víctimas que a la vez son cómplices del mal, mujeres obligadas a defender su patria sin armas y cuya muerte, al contrario que la de los soldados en el frente, no tiene nada de heroica. La autora recurre aquí a las palabras del escritor italiano y superviviente del Holocausto Primo Levi en "Los hundidos y los salvados" (1986) para explicar la doble culpa que tienen los sistemas opresores como el Nazismo: la culpa de oprimir y la culpa de obligar al oprimido a acatar determinadas formas de privilegios para sobrevivir en un sistema inhumano.

Preguntada acerca de las similitudes entre la época en la que transcurre su historia y la actual Postorino considera que entonces se negó el valor de la vida humana individual en favor de un concepto colectivo de pueblo, raza, patria o nación basado en una identidad lingüística y de sangre.

"Lo que me asusta de hoy en día es la vuelta a las fronteras, a levantar muros, a los nacionalismos. El valor de la vida es sólo una política retórica que no es real. En Italia la extrema derecha en el Gobierno libra batallas contra el aborto por el valor de la vida pero acepta tranquilamente que millones de personas mueran en el Mediterráneo. Algo no funciona."

ROSELLA POSTORINO (Regio de Calabria, 1978) publicó su primera novela en 2007 bajo el título "La stanza di sopra", que fue seleccionada para el Premio Strega. Tras "L’estate che perdemmo Dio" (2009), novela con la que obtuvo los premios Benedetto Croce y Speciale della Giuria Cesare de Lollis, publicó "K" (2011) e "Il corpo docile" (2013). Colabora asiduamente en el diario "La Repubblica" y la revista "Rolling Stone". "La catadora" ha obtenido el Premio Campiello, el Premio Pozzale Luigi Russo, el Premio Rapallo y el Premio Giovanni Comisso.