Obras impresionistas en un palacio bombardeado cerca de Berlín

Por Gudrun Janicke y Maria Bidian (dpa)

Berlín, 27 feb (dpa) - En el invierno norteeuropeo, el cielo de Alemania suele estar cargado de un color gris lóbrego y monótono, pero en medio de este panorama deprimente hay un lugar que se ha convertido en una fiesta de colores vivos y escenas veraniegas y en una atracción que atrae a multitudes de turistas.

Se trata del Museo Barberini, en la ciudad de Potsdam, en las inmediaciones de Berlín, que ha sido inaugurado recientemente con la exposición "Impresionismo, el arte del paisaje".

¿A usted le gustan los nenúfares? De este motivo hay nada menos que cuatro cuadros del maestro del impresionismo, Claude Monet (1840-1926), entre otras 100 pinturas prestadas por museos y coleccionistas privados para la exposición inaugural.

Ha corrido la voz de que la exposición, que estará abierta hasta el 28 de mayo, es algo muy especial, y el número de visitantes ha sido notable desde que el Palacio Barberini, que data del siglo XVIII, abrió sus puertas al público tras una amplia reconstrucción.

"La exposición, con esta profundidad y, sobre todo, por la combinación de diferentes obras, es realmente excepcional", asegura la directora del museo, Ortrud Westheider.

Los visitantes del Palacio Barberini que han acudido a ver la exposición también han descubierto atracciones cercanas como plazas, cafés y hoteles asequibles. Rápidamente uno se da cuenta de por qué la antigua sede del imperio prusiano fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Ahora, Potsdam tiene dos lugares de encuentro fundamentales para el arte, ambos instalados en palacios del siglo XVIII construidos por el rey de Prusia Federico II el Grande (1712-1786).

Desde hace 250 años, los viejos maestros de la pintura están reunidos en la galería del Palacio de Sanssouci, mientras que los impresionistas han encontrado su hogar en el reconstruido Palacio Barberini, que terminó de edificarse en 1771 pero que fue destruido en bombardeos de los aliados en abril de 1945.

La reconstrucción fue financiada por el multimillonario alemán Hasso Plattner. No por casualidad, la extensa colección privada de Plattner, que está centrada en el impresionismo, aunque también incluye obras modernas y posmodernas, constituye la base de las propiedades del museo.

Las obras de Monet, August Renoir, Alfred Sisley y Camille Pissarro están expuestas en un ambiente excepcional. "Al igual que en tiempos de Federico el Grande, esta casa es una proclama contra el provincialismo miope, contra el miedo al mundo exterior", dice Hartmut Dorgerloh, director general de la Fundación de Castillos y Jardines Prusianos, la entidad que administra las antiguas propiedades reales en Berlín y Brandeburgo.

Las paredes en cada una de las ocho salas temáticas están pintadas con colores que realzan el efecto de las pinturas, dándoles un espacio adicional, explica Westheider, la directora del museo.

"Hay diferentes tonos olivo pero también grises azulados", dice Westheider. El color berenjena de las paredes intensifica el efecto de los nenúfares. Con la exposición, la directora y su equipo también han intentado mostrar cómo los pintores impresionistas desarrollaron de forma valiente nuevos estilos dejando atrás los temas clásicos conocidos.

"En los escenarios exteriores, (los impresionistas) tenían la oportunidad de ensayar nuevas técnicas artísticas", dice Westheider. El resultado fue un nuevo modo de aplicar el color en escenas en jadrines y entretejer la luz en el paisaje.

El Museo Barberini de ninguna manera está circunscrito a los impresionistas. También se pueden ver obras clásicas y del arte contemporáneo. Y para destacar la diversidad de las obras expuestas, la colección de Plattner también es presentada en diferentes exhibiciones temáticas.