Trabajadora de la sal, cuidadora y pescadora

FAO

Cuando hacerlo todo no basta, las transferencias de efectivo de la FAO tienden un salvavidas a las familias en Sri Lanka.


 

Trabajadora de la sal, cuidadora y pescadora

Cuando hacerlo todo no basta, las transferencias de efectivo de la FAO tienden un salvavidas a las familias en Sri Lanka

A person in a boat on water

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 © FAO/Roar Media

Situada en un trozo de tierra mayormente improductivo en Puttalam, la casa de Susila Kanthi linda por un lado con una gran fábrica de producción de sal y por el otro con una extensa laguna. Cada sábado por la tarde, Kanthi coge su red y su remo y sale a pescar en la laguna de Puttalam. No vuelve a su hogar hasta la mañana siguiente, transportando las capturas realizadas durante la noche.

 

Después de casi 27 años en el oficio de la pesca, Kanthi, ahora con 57 años de edad, es aún una de las pocas pescadoras en activo que trabajan en uno de los mayores distritos pesqueros de Sri Lanka. Al tratarse de una actividad que exige pasar mucho tiempo lejos del hogar y de la familia, la pesca se ha considerado tradicionalmente un trabajo de hombres.

 

“Soy la única mujer que trabaja en la industria pesquera en Palaviya. Hay otras mujeres que pueden manejar embarcaciones, pero no salen a pescar”, señala Kanthi.

 

Kanthi empezó a practicar la pesca con su marido. Era mutilado y necesitaba ayuda para pescar.

 

“Solía salir a pescar cuando mi marido vivía y aprendí de él, por lo que continué con el oficio”.

 

Cuando murió su marido hace cinco años, Kanthi se convirtió en el principal sostén de su familia, manteniendo a su madre (postrada en cama), hija, nieta, nieto y yerno, que también es pescador, pero cuyos ingresos por sí solos no bastan para sustentar a la familia.

 

Para sufragar el aumento de los gastos médicos de su madre, Kanthi aceptó un empleo en una importante salina próxima a su casa. Para ella, con los extensos campos de sal que se encuentran situados en su propio entorno, las labores de la industria de la sal no son desconocidas. La principal función de Kanthi es mantener los estanques de sal y recolectar los cristales cuando se forman.

 

Pero su verdadera pasión es la pesca. Kanthi está muy orgullosa de las habilidades y experiencia que ha adquirido con esfuerzo como pescadora.

 

“Me gusta este medio de vida. Si no fuera por los gastos de mi madre, las ganancias que obtengo con la pesca serían suficientes”, indica.

 

Como consecuencia de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) y los confinamientos que llevó aparejados, Sri Lanka se sumió en una crisis socioeconómica que puso en peligro la seguridad alimentaria de 6,3 millones de sus habitantes y los medios de vida de los agricultores y pescadores vulnerables de todo el país. En 2022, la crisis había afectado gravemente a los medios de vida de quienes trabajaban en el oficio de la pesca, y Kanthi no fue una excepción. La escasez generalizada de combustible y el aumento de precios del mismo y de las redes de pesca convirtieron este oficio en una actividad poco rentable.

 

“Durante esos seis meses, no había forma de trabajar en la pesca, y hubo momentos en los que comíamos una sola vez al día”, cuenta Kanthi.

 

La salina en la que trabajaba también suspendió su funcionamiento debido a la falta de combustible, gas y electricidad, dejándola con pocos o sin ningún ingreso.

 

Durante este período, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), con financiación procedente del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Commonwealth y de Desarrollo del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, proporcionó asistencia de emergencia en efectivo a más de 5 000 pequeños pescadores en nueve de los distritos pesqueros más empobrecidos. Kanthi recibió tres transferencias de efectivo durante este difícil período. Utilizó los fondos transferidos para atender las necesidades cotidianas de su hogar y cubrir los gastos médicos de su madre.

 

Estas transferencias de efectivo de emergencia fueron un salvavidas cuando su trabajo de día y de noche y sus dos empleos dejaron de proporcionarle los ingresos que ella y su familia necesitaban para salir adelante.

 

“Mi madre es un gran ejemplo para otras mujeres”, explica Malithi, la hija de 26 años de Kanthi. “Es más fuerte que la mayoría de las personas. Era ella la que trabajaba día y noche cuando éramos pequeños para cubrir todas nuestras necesidades”.

 

Aunque las transferencias de efectivo ayudaron a satisfacer sus necesidades más apremiantes, la promoción de la igualdad de género para reducir la excesiva carga de trabajo de las mujeres es también uno de los objetivos más generales de la FAO.

 

Actualmente, Kanthi ha vuelto a su rutina ordinaria. La salina en la que trabaja funciona nuevamente con regularidad, y los precios del combustible y de otros productos esenciales, aunque siguen superando los niveles anteriores a la crisis, se han estabilizado. Sus días ahora transcurren entre las horas que pasa en las aguas de la laguna de Puttalam, el trabajo de producción en la salina y los cuidados que presta a su unida familia.

 

Aunque puede que esté lejos de haber superado sus dificultades, tiene claro que seguirá manteniendo su oficio como pescadora incluso cuando envejezca. Tiene planes para los ingresos que gane con la pesca y con su trabajo en la salina.

 

“Mi deseo es terminar de construir nuestra casa y vivir aquí con mi hija y sus hijos”.

 

Junto con sus asociados, la FAO atiende las necesidades urgentes de seguridad alimentaria a través de la asistencia en efectivo, ayudando a las familias a satisfacer sus necesidades y reanudar sus medios de vida en los distritos más afectados de Sri Lanka.