Credit Suisse: La "locomotora de vapor del crédito" se ha agotado

SWISSINFO - David Eugster 

La historia de Credit Suisse simboliza la metamorfosis que ha vivido la imagen de la plaza financiera suiza. De los discretos bancos del pasado que gracias al secreto bancario se beneficiaban de la fuga de capitales a la existencia de una banca de inversión dispuesta a tomar grandes riesgos.

En los años 80, uno hubiera pensado que toda Suiza le pertenecía al Schweizerische Kreditanstalt (SKA), antecesor del Credit Suisse (CS). Miles de niños portaban gorras del SKA con vivos colores rojo y azul, y una estilizada cruz en la parte superior. En el año 1977 se habían distribuido 800 000 piezas de un popular artículo publicitario que se produjo hasta 1993.

En otoño de 2022, estos gorros de culto -que aún pueden comprarse en Internet- se volvieron objeto de burlas porque se les consideraba una inversión mucho más rentable que las propias acciones del CS. La historia les concedió la razón a quienes se mofaban: hoy, UBS se ha quedado con los restos de Credit Suisse.

Nostalgia de los años de fundación
Posiblemente la nostalgia aumente el precio de los gorros, ya que hablar de los orígenes del Credit Suisse es remontarse al siglo XIX, cuando Suiza dejó de ser un país pobre para convertirse en un actor económico relevante. El SKA fue fundado por un hombre de acción al que muchos admiran todavía: Alfred Escher.

En la estación central de ferrocarriles de Zúrich aún pueden observarse, bajo la estatua de Escher, dragones encadenados que escupen agua haciendo alegoría a qué fue él quien consiguió que algunos ríos suizos fueran rectificados y que el macizo el Gotardo fuera fracturado. El Ferrocarril del Nordeste de Escher, con sus cientos de kilómetros, sentó las bases de la explotación ferroviaria de la Suiza actual.

SKA, banco fundado en 1856 por Escher y otros industriales, aportó la fortaleza financiera que requería el proyecto. Su "máquina de vapor del crédito" proporcionó el capital que necesitaba la red ferroviaria suiza para desarrollarse. Siendo uno de los primeros grandes bancos de Suiza, proporcionó también algunos de los cuantiosos préstamos que se requerían para la industrialización del país.

En 1870, el SKA se expandió y decidió abrir sucursales en Nueva York y Viena. En Suiza, se concentró en Zúrich: desde 1876, la sucursal principal está situada en la Paradeplatz de Zúrich, que hoy simboliza literalmente el poder de la banca en Suiza. En 1897, la Swiss Bank Corporation, institución que posteriormente fue absorbida por el UBS, se mudó al mismo sitio. Inició ahí una rivalidad empresarial que concluyó finalmente con la compra del Credit Suisse por parte del UBS.

Después de la Primera Guerra Mundial, el sector bancario suizo creció a gran velocidad como consecuencia de la fuga de capitales de otros países. Durante la Segunda Guerra Mundial, el SKA, como el resto de los bancos helvéticos, hizo negocios con los nazis, aceptando oro robado, teniendo pleno conocimiento de este hecho.

Un “hueso duro de roer”
Después de la Segunda Guerra Mundial, el banco vivió un ascenso ininterrumpido: el SKA administraba 3 900 millones de francos suizos en 1945, en 1970 el valor de los activos que gestiona había ascendido a 47 000 millones de francos. Comenzó a negociar divisas y era propietario de una refinería de oro en la región del Tesino. Aceptaba dinero de todo el mundo,  escudándose en el secreto bancario, pero eligió no seguir expandiéndose en el extranjero.

Por ello, durante mucho tiempo estuvo a la zaga de la Corporación Bancaria Suiza y la Unión de Bancos Suizos, este último absorbido por UBS en 1998. SKA tenía entonces una fama de banco serio, pero no de innovador.

Así que los famosos gorros promocionales formaban parte de una campaña para ganarse a los pequeños ahorradores y recuperar el afecto de la población suiza. El banco comenzó a acercarse a un mercado de ahorradores a pequeña escala. Y a partir de 1970, ofreció cuentas de ahorro para jóvenes.

Pero en 1977, el llamado "escándalo Chiasso" sacudió al SKA. Durante años, el banco había recibido fondos no declarados de italianos ricos vía instrumentos financieros que ocultaba en Liechtenstein -más de 2 000 millones de francos suizos-  y tomó malas decisiones al invertir esos recursos. El SKA fue acusado de lavado de dinero y de incompetencia.

El banco decidió contraatacar: cortó algunas cabezas del equipo directivo. Al tiempo que puso en marcha una agresiva estrategia de relaciones públicas que buscaba convencer a la gente de que sí era fiable, para ello echó mano del mercado de los gorros y se convirtió en un patrocinador deportivo omnipresente.  "SKA para todos" era su nuevo eslogan.

La ambivalencia de este eslogan se hizo manifiesta en 2022, cuando se publicó el expediente de los “Secretos Suizos” (Swiss Secrets), que reveló hasta qué punto el banco seguía implicado en el negocio mundial de los activos no declarados. Entre los clientes de la institución figuraban miembros de la mafia.

Pero en 1977, la gestión de la crisis del SKA fue reinterpretada, como lo escribió entonces el NZZ, "como un símbolo de la fortaleza del banco". Ganó una reputación de “hueso duro de roer”, capaz de superar cualquier crisis y adversidad, que le acompañó hasta el final de sus días.

El ascenso de los banqueros
Aunque saneó su imagen, la crisis de 1977 provocó al banco una dolorosa pérdida de 1 400 millones de francos, que no pudieron compensar ni la distribución de artículos promocionales ni los fondos de los pequeños ahorradores. En 1978, el SKA entró en el negocio de la banca de inversión, creando CS Holding, una empresa hermana del SKA que gestionaría acciones de empresas industriales.

En 1988,  CS Holding compró First Boston, una entidad financiera que era reputada en los 80 por su agresiva estrategia en la prometedora, pero riesgosa, banca de inversión.  La adquisición costó más de 20 000 millones de francos suizos: un rango de precio jamás pagado antes por una empresa suiza.

En 1997, CS Holding se convirtió en el Credit Suisse Group. Esta vez, había logrado aventajar a sus vecinos de Paradeplatz. Pero solo brevemente, pues en 1988,  la Union Bank of Switzerland y el Swiss Bank Corporation se fusionaron para formar lo que hoy conocemos como UBS. Claramente, los dos gigantes de la banca suiza buscaban la expansión.

En los años 90 inició un proceso de consolidación del sector bancario. En 1990 había 495 bancos en Suiza; en 2020, sólo 243. CS Holding Group inició una oleada de adquisiciones que incluyó al banco suizo Leu, y posteriormente al Volksbank y al Neue Aargauer Bank.

A finales del año 2000, Credit Suisse era un banco universal que empleaba a unas 80 000 personas en todo el mundo, 28.000 de ellas en Suiza. A finales de ese año, la cotización de las acciones del grupo rondaba los 100 francos y los beneficios ascendían a 5 700 millones de francos.

El enfrentamiento en Paradeplatz
Durante la reestructuración de los años 90, desapareció el nombre de "Schweizerische Kreditanstalt (SKA)". Con una orientación cada vez más internacional, comenzó también un controvertido cambio de cultura: el banquero tradicional, acostumbrado a manejar discretamente todo tipo de fondos procedentes del mundo, fue sustituido por un prototipo de banquero arriesgado.

Los cambios se reflejaron en las remuneraciones. A principios de la década de los años 2000, se vivió una breve pero profunda recesión: se perdieron 20 000 puestos de trabajo y el precio de las acciones cayó por debajo de los 20 francos. A pesar de ello, las onerosas primas para los ejecutivos seguían fluyendo.

Durante el colapso financiero del 2008, el banco logró sobrevivir gracias a los apoyos de inversores qataríes. A diferencia del UBS, que debió ser rescatado por el gobierno helvético, Credit Suisse rechazó las ayudas públicas . Parecía que el eterno enfrentamiento de la Paradeplatz había terminado y Credit Suisse era el vencedor. Pero oscuras nubes se cernían sobre el banco y no se disiparon en los años por venir.

Credit Suisse se embarcó en una dinámica de aceptación de riesgos y reducción de sus fondos propios. Al mismo tiempo, saltó a los titulares por los desorbitados salarios y primas que pagaba a sus ejecutivos. En 2014, los banqueros del Credit Suisse fueron juzgados en Estados Unidos por evasión fiscal. El banco fue multado con 2 600 millones de dólares.

En 2020, Credit Suisse fue acusado de espiar a uno de sus banqueros de primer nivel para que no se marchara con el UBS: el consejo del banco fue objeto de fuertes críticas. En 2021, los dos fondos de inversión Greensill y Archegos estallaron, provocando una herida multimillonaria al balance de CS.

A finales del año pasado, el Banco Nacional Saudí aportó capital al Credit Suisse. Pero esta vez, el dinero de Oriente Medio fue insuficiente. Y en el futuro, cualquiera que mire a lo alto de la Paradeplatz de Zúrich encontrará que solo queda el nombre de un banco.

Latinoamérica, inicialmente optimista

La extinción del Credit Suisse anunciada el domingo resonó en Latinoamérica, pero sin encender alarmas por temores de contagio.

Presente en mercados como México, Chile, Perú, Colombia o Brasil, el que fuera el segundo banco más importante de Suiza, ofrecía servicios de banca de inversión y administración de fortunas a nichos selectos de la población, no al público ahorrador en general.

Aunque ningún país está exento de contagio en un mundo globalizado, la prensa y los expertos de la región reportaron la operación suiza, pero confiando en la fortaleza de sus instituciones financieras.

“Latinoamérica es resiliente ante las crisis bancarias de Europa y de Estados Unidos”, aseguró Eric ParradoEnlace externo, economista en Jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), durante la Conferencia Anual del BID celebrada en Panamá, que coincidió con la venta del Credit Suisse.

Según Parrado, el sistema financiero latinoamericano es sólido y ha sido bien gestionado durante los últimos años. Por ello, solo si siguieran registrándose crisis en otros bancos del mundo, Latinoamérica vería afectado su crecimiento.

En México, la noticia fue informada por la prensa general y especializada, pero la inquietud actual de los analistas se centra en el futuro de los bancos estadounidenses, más que de los europeos.

En Chile, el ministro de hacienda Mario Marcel expresó el lunes a la prensa local: “el Credit Suisse es un episodio más en la secuela que observamos de los bancos extranjeros. Es positivo que se haya encontrado una solución durante el fin de semana vía la compra por parte del UBS”, destacando que los bancos chilenos están bien capitalizados.

En Argentina, el portal informativo Infobae, coincidió en que la pronta decisión de vender al Credit Suisse, sumada a la determinación de los grandes bancos centrales de crear una red de liquidez global para apuntalar a las instituciones en riesgo, ayudan a eliminar el “modo pánico” que se dejó sentir en los mercados internacionales durante la semana previa, lo que dará un respiro a los bonos y al riesgo país de Argentina. 

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Traducción del articulo en francés e información sobre reacciones en Latinoamérica: Andrea Ornelas