La Seminci redescubre "La aldea maldita", el primer balbuceo del cine español

 EFE

Roberto Jiménez


Valladolid, 28 oct (EFE).- En 1930, mientras Buñuel se peleaba con Dalí, otro aragonés ilustre, Florián Rey, rodó "La aldea maldita" en las postrimerías de la escena muda, un puntal que el festival de Valladolid proyecta este viernes con doce minutos inéditos: el puente del medievo al Renacimiento del cine español.


Ese metraje ahora recuperado, apenas el tiempo de un cigarrillo, marca la hora del cine español, el momento en que empezó a articular palabras gracias a Florián Rey, al empeño de un periodista y actor que arrojó luz, ensanchó el edificio y abrió el camino.


En veintidós mil pesetas de la época cifró Augusto M. Torres -el 'Espasa' del cine español- el presupuesto de ese filme, una cantidad que desembolsaron Florián Rey (1894-1962) y Pedro Larrañaga, protagonista de este drama rural de la Castilla en escombros del primer tercio del XX, rodado en tierras segovianas y que en 1942 vivió una nueva versión íntegramente sonora.


La irrupción del cine sonoro en Francia -Buñuel tuvo algo que ver en ello- sorprendió de lleno a Florián Rey, quien recién concluido el rodaje de "La aldea maldita" marchó a París (Estudios Epinay) para poner voz a la miseria de la Castilla rural, como si de un epígono del Regeneracionismo se tratara.


En la ciudad de la luz puso las pilas al cine español, pero el director aprovechó y alargó el metraje inicial con nuevas escenas hasta completar la película que realmente se estrenó, y cuyo rastro desapareció hasta la reciente recuperación de esos doce minutos que ahora proyecta en primicia la 67ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).


El origen del largometraje, obra cumbre de la escena muda en España, se remonta cinco años atrás durante el rodaje de "Los chicos de la escuela" (1925) en Pedraza (Segovia), que de aldea maldita ha pasado a ser una villa de referencia turística nacional e internacional que anualmente recibe a miles de visitantes.


El cura propio del lugar informó a Florián Rey del declive demográfico y económico que había padecido la villa medieval desde el siglo XVI, al pasar de censar miles de almas hasta contar apenas los tres centenares de vecinos cuando en los años veinte el director buscaba allí localizaciones.


La primera restauración de "La aldea maldita" data de mediados de los años ochenta y fue un encargo de la Filmoteca Nacional a Juan Mariné, que a sus 101 años luce una extensa trayectoria como director de Fotografía que abrió en 1935 como meritorio y ha sumado cerca de 150 películas.


Al cumplirse los cien años de Mariné, en 2020, el festival de cine de Valladolid encomendó al productor y compositor Raül Refree un nuevo acompañamiento musical, el mismo que ha interpretado este viernes al piano durante la proyección en el auditorio del Centro Cultural Miguel Delibes.


Es la segunda vez que "La aldea maldita" se proyecta en el festival de Valladolid con acompañamiento musical en directo después de la de 1986, durante la inauguración de la 31ª edición, a partir de una partitura del compositor José Nieto que entonces interpretó la Orquesta Sinfónica Ciudad de Valladolid.


No es la primera vez que la Seminci recuerda los orígenes del cine, otra de las cualidades del veterano festival, mediante la proyección de películas mudas con acompañamiento musical en directo como hizo en 2016 con "Nosferatu, una sinfonía del horror" (1922), de Friedrich Wilhelm Murnau; en 2018 con "El hombre mosca" (1923), de Fred Newmeyer y Sam Taylor; y en 2019 con "Tiempos modernos" (1936), de Charles Chaplin.


Otras películas con partitura revisitadas en Valladolid han sido "Metrópolis", de Fritz Lang; "El asesinato del Duque de Guise", de André Calmettes y Charles Le Bargy"; "Blancanieves", de Pablo Berger; "El acorazado Potemkin", de Sergei M. Eisenstein; y "La Nueva Babilonia", de Grigori Kozintsev y Leonid Trauberg. EFE