Por Ulrich Steinkohl (dpa)
Berlín, 13 feb (dpa) - La esposa del presidente alemán, Elke Büdenbender, prevé compaginar su puesto, tras la reelección hoy de su marido, Frank-Walter Steinmeier, con su regreso a la judicatura.
Ella misma explicó alguna vez que falta una denominación precisa para su rol. Cuando viaja en un avión gubernamental junto con su marido, y se dirige al exterior, el saludo desde la cabina indica: "¡Buen día, señor presidente, buen día, señora Büdenbender!".
A falta de una palabra germana para denominar su actividad, solamente puede acudirse a un término inglés, el de "First Lady". Con la reelección de su esposo Frank-Walter Steinmeier como presidente de Alemania, también ella tendrá un nuevo mandato en ese cargo sin un nombre específico.
Lo que sí está claro a todas luces que este nuevo periodo será completamente distinto al primero, porque la abogada se propone volver a su trabajo. La mujer de 60 años está en gran medida ante la última oportunidad que tiene de hacerlo.
Por lo tanto, en el futuro su tiempo se repartirá entre desenvolverse como "First Lady" de Alemania y sus obligaciones como jueza del Tribunal Administrativo de Berlín, donde actualmente se encuentra de licencia.
Sin embargo, esto no es una sorpresa. "Amo mi oficio y también lo extraño", dijo alguna vez en entrevista con dpa. Pero también sus tareas junto al presidente de Alemania le resultan muy entrañables, según comentó recientemente al diario "Süddeutsche Zeitung".
"Puedo hacer una cosa y no tengo que dejar la otra, seguro será un programa de contrastes. Muchas cosas son posibles cuando uno las desea", afirmó Büdenbender.
Y, quien conozca la trayectoria de esta mujer, comprenderá su deseo de volver a la sala del tribunal. Su padre era carpintero y su madre, ama de casa.
Büdenbender se capacitó primero como técnica industrial y ejerció durante un tiempo, luego completó el bachillerato y estudió derecho. Quienes logran ascender en la escala educativa como en su caso, suelen estar especialmente apegados a lo que consiguieron.
La capacitación y especialmente las mismas oportunidades educativas para todos los niños se convirtieron en un tema central durante los primeros cinco años en el Palacio Bellevue, la residencia oficial del presidente de Alemania, un "verdadero tema de vida", según lo definió ella alguna vez.
Y Büdenbender aboga por la justicia en materia educativa no solamente en Alemania, sino también en el exterior, tanto cuando acompaña a su esposo, como cuando como patrocinadora de Unicef viaja por su cuenta, como hizo últimamente a Nepal. En contraste con algunas de sus predecesoras, Büdenbender es una mujer que piensa y actúa muy políticamente.
Por lo tanto, utiliza sus entrevistas y discursos para tomar posición contra el odio en Internet, para reclamar más posiciones directivas para las mujeres o para reclamar un trato respetuoso en el debate sobre el camino correcto para salir de la pandemia de coronavirus. En ese sentido, su agenda se equipara fuertemente con la de su esposo.
Büdenbender y Steinmeier se conocieron durante sus estudios en Giessen. Se casaron en 1995 y tienen una hija que ya es adulta. Cuando Büdenbender necesitó un nuevo riñón, su marido fue el donante.
Alguna vez se refirió a la tarea junto a su esposo como "un privilegio especial", otras, como una "actividad exótica". Y los próximos cinco años, con la interacción permanente entre Bellevue y la sala del tribunal, prometen ser aún algo más exóticos que los primeros.
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