Start-ups sociales de Alemania sobreviven a pesar de la pandemia

Por Erich Reimann (dpa)

Düsseldorf (Alemania), 24 ene (dpa) - Las start-ups con fines sociales tuvieron que enfrentar distintos desafíos en Alemania debido a la pandemia, que cambió las reglas de juego para la mayoría de ellas, pero lograron sin embargo sobrevivir adaptándose.


Tal es el caso de la empresa emergente Icho Systems de Steffen Preuss, que desarrolló poco antes de la pandemia una pelota interactiva que ofrece a las personas con demencia una nueva forma de comunicarse a través de luces, sonidos y vibraciones. 


Lo mismo le sucedió a Katharina Mayer, que creó una start-up llamada Kuchentratsch que vende tartas caseras hechas por personas mayores y les ofrece a su vez un punto de encuentro. Pero luego llegó la pandemia y lo cambió todo, también para las start-ups.


Sin embargo, después de dos años de pandemia, ninguna de ellas tiró la toalla. Cambiaron y lograron afirmarse en medio de condiciones cambiantes. Además, se mantuvieron fieles en un aspecto fundamental. En su caso, no se trata solo de hacer dinero. Al igual que otras llamadas empresas sociales, buscan que el mundo sea algo mejor con su trabajo.


"En líneas generales, el sector demostró ser muy resistente", afirmó Markus Sauerhammer, de la junta directiva de la empresa social Send. Cree que uno de los motivos es que la innovación y la capacidad de adaptación son parte del ADN de este tipo de start-ups.


Icho es un ejemplo de esto. Preuss desarrolló en 2019 junto con un grupo de amigos una pelota de terapia de alta tecnología para personas con demencia y discapacidades psíquicas e iba a retomar la producción en serie cuando llegó la pandemia.


La crisis afectó a estos jóvenes emprendedores por partida doble. Los faltantes de piezas electrónicas frenaron la producción. Por otra parte, la alta demanda de cuidadores en hogares e instituciones de salud y las restricciones por la pandemia afectaron las ventas.


"Aprovechamos el tiempo y desarrollamos mucho", contó Preuss. Señaló que, mientras que en un principio la empresa apostaba a vender las pelotas para terapia de unos 1.400 euros de valor (1.583 dólares) a las residencias para ancianos, ahora Icho se concentra en un modelo de alquiler para llegar a más clientes privados.


"La gente quiere tener nuestro producto para sus propios padres con Alzheimer o para niños con discapacidad", señaló Preuss. Además, dijo que se desarrollaron nuevas posibilidades de uso para la pelota, como juegos para estimular a niños con discapacidades.


"Pudimos convertir una derrota en el marco de la crisis por el coronavirus en una pequeña historia de éxito", apuntó. Añadió que en tanto también están negociando con los aseguradoras de salud para que la pelota pueda ser prescrita.


Por su parte, la start-up Kuchentratsch fue creada en 2014 con el convencimiento que las abuelas son las que hacen las tartas más ricas, pero también con la idea de hacer algo por las personas mayores.


Durante años, Kuchentratsch vendió tartas que son horneadas por "abuelos y abuelas" según sus propias recetas en la panadería de la empresa en Múnich. La idea era ofrecer buenas tartas pero también ayudar a los mayores a establecer contactos sociales, tener la sensación de que siguen siendo útiles y aportarles un ingreso extra. Luego llegó el coronavirus y la panadería tuvo que cerrar durante cinco meses.


Esto ya es parte del pasado. Hace tiempo, bajo la observación de estrictas medidas de cuidado por el coronavirus, se está horneando allí de nuevo. Los alrededor de 50 "abuelos y abuelas" están nuevamente trabajando en el lugar.


"Sobrevivimos bien a la crisis", dijo la empleada de Kuchentratsch Theresa Offenbeck.


En su opinión, esto fue posible porque la empresa supo adaptar su estrategia rápidamente. Añadió que cuando tuvieron que cerrar la panadería, fue de ayuda vender mezclas para tartas de Kuchentratsch en su tienda online y en varias tiendas en y alrededor de Múnich para asegurar su subsistencia.


De hecho, la pandemia no parece haber logrado frenar la idea de las start-ups sociales. Dirk Sander, de la Impact Factory de la ciudad alemana de Duisburgo, que ayuda a los jóvenes emprendedores a lanzar su proyecto, afirmó que no percibe que el número de emprendedores haya disminuido.


Por el contrario, cree que el número de emprendedores incluso aumentó. "La sociedad tiene problemas y el coronavirus los agrava. Eso hace que muchas personas se pongan a pensar en cómo volver la sociedad más segura de cara al futuro", explicó.