Feria del Libro de Fráncfort abre sus puertas al público

Por Sandra Trauner, Jenny Tobien y Julia Cebella (dpa)

Fráncort, 20 oct (dpa) - Pese a las largas colas en el vestíbulo hasta mostrar los documentos necesarios para entrar, aquellos que hoy acudieron al primer día de la Feria del Libro de Fráncfort lo hicieron con alegría, tanta que algunos incluso cantaban durante la espera.

Billete electrónico, certificado de vacunación, de prueba o de recuperación, carnet de identidad; los documentos no son pocos y lleva tiempo poder acceder al recinto, pero nada disuade a los visitantes.

La gente se da codazos a través de las cintas de seguridad, se saluda, un grupo de italianos canta espontáneamente una canción. Las marcas de distancia en el suelo son más bien papel mojado, pero la obligación de llevar máscarillas se cumple.

En los pabellones de la exposición, la situación ya es más tranquila. Donde antaño las masas se abrían paso a duras penas, ahora hay mucho espacio, no solo porque el número de visitantes está limitado a 25.000 personas por día, sino también porque los pasillos se han ampliado de manera considerable.

La 73ª edición de la Feria del Libro de Fráncfort se inauguró de forma oficial el martes con 2.000 expositores de 80 países en una edición que combina el modo presencial y virtual bajo el lema "Re:Connect" y tiene como país invitado a Canadá.

"No nos engañemos: el 'back to business' (vuelta a los negocios) está todavía muy lejos del 'back to normal' (vuelta a la normalidad)", dijo el jefe de la Feria del Libro, Jürgen Boos.

En efecto, el evento está todavía muy lejos de la época anterior a la crisis desatada por la pandemia. Mientras que en 2019 acudieron más de 300.000 personas, en 2021 se permitirá un máximo de 25.000 invitados al día. Hace dos años, el número de expositores era casi cuatro veces mayor, con 7.500.

En las grandes salas, los pasillos son más anchos de lo habitual, todo es más espacioso y está más ventilado. Si se pregunta a los expositores, la motivación no solo es volver a mostrarse, sino también hacerlo de manera física.

"Para nosotros era importante dar ejemplo: estar aquí y también dar a los libros el escenario que merecen", dice Thorsten Simon, portavoz de la distribuidora Libri, con sede en Hamburgo.

La editorial de Colonia Kiepenheuer & Witsch tiene su estand un piso más abajo. "En primer lugar, estoy encantada de que estemos aquí de nuevo", comenta su directora de ventas, Sabine Glitza, quien considera que las restricciones por la pandemia no son tan malas. "Lo principal es que estamos aquí", agrega.

Sin embargo, tras la edición completamente digital de 2020, gran parte de la feria de este año seguirá celebrándose en línea. Casi todo el programa comercial se llevó a cabo en línea antes de la feria.

En el pabellón del país invitado, Canadá, la gran mayoría de los autores solo pueden ser experimentados de manera virtual. Y eso no siempre funciona, tal y como quedó demostrado con la autora más conocida de Canadá, Margaret Atwood. Fue retransmitida en directo desde Toronto en la ceremonia de inauguración del martes, pero apenas se le entendió. A su colega Joséphine Bacon, peor, nada.

Pero, ¿harán estos formatos digitales que la feria presencial sea definitivamente superflua? ¿Podrán algunas editoriales prescindir de los costosos estands de las ferias en el futuro?

"Cada uno tiene que tomar esa decisión por sí mismo. Este es quizás un gran reto, especialmente para los expositores más pequeños, que hay que superar. Las ofertas digitales son una buena alternativa", sostiene Simon, de Libri.

Glitza, de Kiepenheuer & Witsch, lo tiene claro: "No hay nada que sustituya a la feria física. La gente quiere experimentar algo, participar en el debate e irse".