Muestra en museo alemán revela cuán racistas pueden ser los juguetes


Por Irena Güttel (dpa)

Núremberg (Alemania), 11 jul (dpa) - Muñecas rubias pueblan las tiendas, mientras que heroínas y héroes blancos retozan por las páginas de los libros infantiles. Alemania es diversa, pero sus juguetes no lo son tanto. Sin embargo, existen algunos ejemplos positivos.

Los juguetes marcan a los niños. A través de ellos, aprenden y comprenden el mundo. Pero, muchas veces, estos objetos también plasman los clichés y estereotipos, en particular cuando representan minorías como las personas negras.

Mascha Eckert y sus colegas del Museo del Juguete en Núremberg se ocuparon intensamente durante los últimos años del racismo evidente en estos objetos, pero también del que se encuentra oculto. Los resultados de esta labor podrán verse en una muestra a partir del 15 de julio, que al mismo tiempo es una señal a favor de una mayor diversidad en el mundo de los juguetes.

El proyecto surgió a partir de la queja de una visitante estadounidense negra a la directora Karin Falkenberg, relacionada con un juguete de hojalata creado en 1912. Este representaba a un hombre negro que puede ser puesto a bailar mediante un mecanismo a cuerda. "Estaba muy enojada. Dijo que era puro racismo lo que estábamos mostrando ahí", comentó Falkenberg.

La propia directora se irritó a partir de este hecho, investigó los orígenes del juguete cuestionado y encargó revisar el museo completo, en busca de otros objetos racistas que estuvieran expuestos.

"Se trata de encontrar una solución duradera para dichos objetos", comentó Mascha Eckert. Porque, según explica, no se trata simplemente de retirarlos, pero tampoco de seguir mostrándolos sin comentario alguno. 

Por lo tanto, ilustradoras modificaron ocho juguetes racistas de tal manera que estos ya no sean denigrantes. La exposición de la que Eckert es curadora deja en claro que esto no es en absoluto un problema del pasado. Por ejemplo, una muñeca negra con un taparrabos fue encargada por el equipo en Internet apenas hace un año.

La berlinesa Olaolu Fajembola no se muestra extrañada. "Justamente entre las muñecas dominan las rubias y de piel clara", observa esta alemana negra, añadiendo que, en la mayoría de las muñecas negras, se trata de los mismos modelos, pero teñidos de negro. "Esto genera irritación en los niños. Porque entonces se preguntan si realmente existen personas negras o estas están pintadas", indica.

Fajembola tuvo dificultades para encontrar juguetes y libros para sus hijas que mostrasen a las personas negras de forma realista. Por eso, junto con otra madre negra creó un negocio online de juguetes diversos, donde se encuentran representados niños de diferentes colores de piel, religiones o con discapacidades.

El mercado del juguete realizó algunos avances al respecto durante los últimos años. Por ejemplo, ahora la famosa Barbie cuenta con versión asiática, africana o latinoamericana, en silla de ruedas o con la enfermedad cutánea vitiligo. Asimismo, se han diversificado las figuras de Playmobil, con policías negros, maestras asiáticas y niños con diferentes tonos de piel.

Christian Ulrich, de la Feria Internacional del Juguete de Núremberg, la mayor del sector en el mundo, considera que la industria está en el umbral de una tendencia. "Los juguetes antirracistas y diversos deberían darse por sentado y tener un elevado valor, algo de lo cual aún estamos lejos", dijo.

Un ejemplo de esto son las muñecas negras de David Amoateng. "Entre el 90 y el 95 por ciento de las muñecas son blancas. Esto es así aquí, pero también en Ghana", apunta el hombre de Hamburgo, cuyo padre procede de esa nación africana. 

A Amoateng se le ocurrió confeccionar sus muñecas de tela cuando buscaba una bonita muñeca negra para su sobrina y no podía encontrar ninguna. Ahora las manda coser en su propio taller en Ghana, y apenas puede responder a la gran demanda.