Boicot de Alemania a JJOO de Moscú 1980 "fue absurdo"

Por Andreas Schirmer (dpa)
Fráncfort (Alemania), 11 may (dpa) - Hace 40 años, la Guerra Fría tomó por sorpresa al deporte alemán. Como reacción a la invasión de las tropas soviéticas en Afganistán en diciembre de 1979, Estados Unidos decidió boicotear los Juegos Olímpicos de 1980 en Moscú y pidió a sus aliados occidentales que se le unieran.

Sólo la República Federal de Alemania, Japón, Canadá, Noruega y Kenia siguieron el llamado del entonces presidente estadounidense Jimmy Carter.

El 15 de mayo de 1980 el entonces Comité Olímpico Nacional Alemán votó a favor del boicot por 59 votos contra 40.

"No tuvo ningún sentido. El deporte se sometió a la política", dijo a dpa Walther Tröger, quien fue presidente de Comité Olímpico Alemán de 1992 a 2002. "Nuestro Gobierno se lo creyó y desafortunadamente mucha de nuestra gente dependía o estaba estrechamente ligada a la política", asegura hoy en día el ex funcionario de 91 años.

También Willi Daume, quien en 1980 presidía el comité olímpico alemán, estuvo en contra del boicot, al que describió como "uno de los acontecimientos más absurdos, superfluos y políticamente perjudiciales".

Sin embargo, la mayoría del comité olímpico alemán y en contra de la voluntad de muchos atletas apoyó al gobierno del canciller Helmut Schmidt, quien consideró que la alianza con la potencia Estados Unidos era fundamental.

Schmidt invitó a los presidentes de las distintas federaciones deportivas alemanas a la entonces capital Bonn para convencerlos de cancelar el viaje a Moscú.

El jefe de Gobierno germano no solo utilizó argumentos políticos para obtener el apoyo del deporte.

"También dijo muy sutilmente: puede ir a Moscú si quiere, pero si va, por favor pague todo usted mismo", relató en una entrevista el ex campeón mundial de gimnasia y testigo presencial del encuentro Eberhard Gienger.

"En ese momento se nos fueron las ganas de participar de los Juegos Olímpicos", añadió el ex deportista.

Años más tarde, Schmidt admitió que ese boicot había sido "insensato y perjudicial".

Gienger, actualmente miembro del Parlamento alemán (Bundestag) por el Partido Demócrata Cristiano (CDU) estuvo de acuerdo con las palabras del ex canciller. "Mirando hacia atrás, duele especialmente", destacó.

Quien tampoco nunca logró superar aquel boicot de 1980 es Thomas Bach. "Todavía duele hoy en día", asegura el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) y campeón olímpico de 1976 con el equipo masculino de florete.

Guido Kratschmer es otro deportista que fue privado de un posible oro olímpico hace 40 años. El medallista de plata de Montreal 1976 en el decatlón estaba en plena forma en 1980, tal como lo demostró tras la cancelación de Moscú.

En julio de ese año Kratschmer estableció el récord mundial en la ciudad alemana de Bernhausen con 8.649 puntos. "Eso fue brutal. Quería demostrar que podría haber ganado el oro", dijo el ex espacialista en decatlón de 67 años.

El boicot a Moscú fue el más espectacular, pero no el único en la historia de los Juegos Olímpicos. En 1956, los Países Bajos, España y Suiza se mantuvieron alejados de Melbourne debido a la represión del Ejército soviético a la revolución húngara.

El último boicot tuvo lugar en 1984, cuando la Unión Soviética y sus aliados no viajaron a Juegos Olímpicos de Los Ángeles en represalia por Moscú 1980.

Esa vez, la decisión política afectó a los deportistas de la extinta Alemania Democrática (RDA), que cuatro años antes había ocupado el segundo lugar en el medallero (126) detrás de la Unión Soviética (195).

"En mi opinión, el boicot de un evento deportivo es siempre el traslado de un conflicto, que no tiene más que un carácter simbólico", afirma Dagmar Freitag, presidenta del Comité de Deportes del Bundestag.

La posibilidad de un boicot siempre está latente. "Solo pensar en las recientes discusiones de hace unas semanas, cuando algunos Comités Olímicos Nacionales decidieron no participar de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 debido a la expansión del coronavirus", dijo la política socialdemócrata. La razón, según Freitag, fue por motivos de salud y no de índole de político-social.

"También está claro que el deporte se mueve en esferas altamente políticas. No en vano los funcionarios a nivel nacional e internacional siempre buscan acercarse y recibir el apoyo de los políticos y de las instancias decisivas", destaca Freitag.

Sin embargo, las decisiones en el ámbito deportivo también proporcionan a los políticos numerosos puntos de contacto, incluso para debates sobre la concesión de contratos a países con violaciones masivas de los derechos humanos o problemas ambientales.

"En ese sentido, los atletas contribuyen ampliamente. Hoy en día los deportistas se muestran mucho más seguros de sí mismos y son mucho más independientes en el trato con el COI y los comités nacionales", destacó la funcionaria germana.