«Yo no ví las casas, ni ví las ruinas (...) Se están derrumbando como las casas, como el país en en el que nacimos» Renace Casas Muertas de Miguel Otero Silva

AYRE VENEZUELA - CULTURA

Este 22 de enero fue el estreno a la prensa nacional del estreno de una versión del libro "Casas Muertas" de Miguel Otero Silva, realizada por el dramaturgo Javier Vidal que se presentará hasta elm próximo dos de febrero en el Centro Cultural Chacao de Caracas. 


Acompañado de un excelente elenco conformado por Caridad Canelón, Claudia Rojas, Wilfredo Cisneros, Vito Leonardo, Theylor Plaza, Jan Vidal, Marielena González, Jessica Arminio y Sergio Malpica, Vidal hace una comparación entre la Venezuela dominada por la dictadura de Juan Vicente Gómez y la situación actual del país, demostrando que, la historia venezolana tiene repeticiones históricas que estamos condenados a revivirlas. 

La historia, tal cual como relata el libro, se desarrolla en la población de Ortiz, actual capital del mismo nombre del estado Guárico, que queda en la vía del llano hacia San Fernando de Apure, cruzando toda la inmensa llanura venezolana. 

La obra, relata las vivencias de una familia orticeña y todos los avatares que, como en la actualidad sufren todos los venezolanos, así como también recuerda la picardía y buen humor propia del venezolano. 

Una muy sobria, sencilla y portátil escenografía, acompañada por matices de luz, mucha música y cantos a capella, recrean la historia en la que muchos venezolanos se sentirán identificados. 

También hay momentos muy tristes y de confrontación que destacan en la obra que, a pesar de ser escrita en 1955 y relatar hechos de los años 20, no deja de reflejar un poco la actualidad, y deja un mensaje final, que se refleja en el viejo refrán venezolano de "no hay mal que dure cien años..."

«Yo no ví las casas, ni ví las ruinas. Yo solo ví las llagas de los hombres. Se están derrumbando como las casas, como el país en en el que nacimos. No es posible soportar más. A este país se lo han cogido cuatro bárbaros, veinte bárbaros, a punta de lanza y látigo. Se necesita no ser hombre, estar castrado como los bueyes, para quedarse callado, resignado y conforme, como si uno estuviera de acuerdo, como si uno fuera cómplice». Fragmento de la novela «Casas Muertas» escrita por Miguel Otero Silva, en 1955.

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