Nivel bajo de hambre pero elevada prevalencia de inseguridad alimentaria moderada, sobrepeso y obesidad en Europa y Asia Central


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Un nuevo informe de la FAO presenta un panorama complejo de la seguridad alimentaria y la nutrición en la región


17 de diciembre de 2019, Moscú - El nivel de hambre en Europa y Asia Central es bajo pero un gran número de personas padece inseguridad alimentaria moderada -viéndose afectados por un acceso limitado a alimentos nutritivos y suficientes, así como por el sobrepeso y la obesidad- según un nuevo informe de la FAO.

El Panorama regional de la seguridad alimentaria y la nutrición en Europa y Asia Central 2019, presentado hoy en Moscú, incluye recomendaciones específicas para los responsables de la formulación de las políticas sobre intervenciones concretas orientadas a la nutrición, las desigualdades y al desarrollo rural, así como al cumplimiento de los objetivos mundiales de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.

En Europa y Asia Central, la seguridad alimentaria ha mejorado sustancialmente en las últimas dos décadas y la gran mayoría de los países a los que se está realizando un seguimiento -unos 50-  consiguieron mantener la prevalencia de la subalimentación por debajo del 5 por ciento, un valor inferior a la mitad de la media mundial (10,8 por ciento).

Las nuevas estimaciones para 2018 sugieren que la privación grave de alimentos ha dejado de ser motivo de preocupación: afecta a un 1,8 por ciento de la población total en comparación con el 9,2 por ciento a nivel mundial. Sin embargo, gran parte de la población tiene dificultades para acceder regularmente a alimentos nutritivos y suficientes. Según las estimaciones, más de 100 millones de personas en la región -el 11 por ciento de la población- padecen inseguridad alimentaria moderada o grave, un indicador desarrollado por la FAO en base a la escala de experiencia de inseguridad alimentaria para realizar un seguimiento de los avances en la consecución del Hambre Cero.

"Un gran número de adultos y niños continúan padeciendo diversas formas de malnutrición, incluidas retraso del crecimiento, emaciación, sobrepeso, obesidad y anemia; de hecho, algunas de ellas coexisten en numerosos países", afirmó Cheng Fang, economista de la FAO. "En especial, el sobrepeso y la obesidad plantean problemas importantes de salud", añadió Fang, refiriéndose a una de las conclusiones del informe que sitúa la obesidad adulta en casi todos los países de la región en 2016 por encima del promedio mundial del 13,2 por ciento, duplicándose este valor en 13 de ellos. La obesidad adulta ha aumentado en todos los países de la región.

Los datos desglosados por sexo muestran que en Europa y Asia Central las mujeres tienen más probabilidades (10,7 por ciento) de padecer inseguridad alimentaria moderada o grave que los hombres (9,8 por ciento). Como aspecto positivo, la prevalencia del bajo peso al nacer es inferior a la media mundial del 14,6 por ciento; sin embargo, recientemente se observa una tendencia al alza en la mayoría de los países. 

Causas y factores determinantes

Tal y como señala el informe de la FAO, las desigualdades socioeconómicas frenan -o incluso impiden- los avances en la reducción de la pobreza, la inseguridad alimentaria y la malnutrición, poniendo en peligro el principio de la Agenda 2030 de no dejar a nadie atrás.

La malnutrición infantil está fuertemente influenciada por la educación materna, la riqueza y la ubicación geográfica. Esto sugiere que las intervenciones dirigidas a la educación materna y la generación de ingresos pueden mejorar la situación nutricional de los niños menores de cinco años.

La obesidad es un fenómeno que crece más rápidamente en hogares con perfiles socioeconómicos más bajos, en base a las condiciones de vida y de trabajo, los ingresos y la educación.

 "Las políticas y otras intervenciones deben estar dirigidas a los grupos desfavorecidos y vulnerables para abordar las desigualdades socioeconómicas", afirmó Vladimir Rakhmanin, Director General Adjunto y Representante Regional de la FAO, durante la presentación del informe.

"Hemos observado cómo los cambios estructurales en numerosos países de la región de ingresos más bajos e inmersos en un crecimiento económico acelerado han sacado a las poblaciones más vulnerables de la pobreza y han reducido el hambre de manera significativa", añadió Rakhmanin.

Con este fin, el informe pide a los países que destinen más inversiones públicas a la agricultura y las zonas rurales y mejoren la calidad del gasto, ya que fondos asignados a estas zonas son bajos en comparación con la importancia del sector en la economía. Esta situación puede dificultar el cumplimiento de los objetivos en materia de seguridad alimentaria, nutrición y medio ambiente.

Transformaciones estructurales

El informe incluye una nueva sección centrada en los cambios estructurales que se están produciendo en Europa y Asia Central en la economía, la producción agrícola y alimentaria, los hábitos de consumo alimentario y las dietas, y el comercio y sus políticas. Proporciona orientación sobre las medidas necesarias para alcanzar los objetivos de sostenibilidad mundial.

El análisis puso de manifiesto que, si bien la agricultura es una fuente importante de ingresos para muchas personas, la productividad del sector se está quedando atrás con respecto a otros sectores. Esto provoca un aumento de la pobreza, la inseguridad alimentaria y la malnutrición en las zonas rurales y -una vez más- exige un mayor apoyo a la agricultura y al desarrollo rural para incrementar la productividad y la diversificación de los ingresos.

En todos los países de la región hay una mayor diversidad de alimentos disponibles debido a la producción y el comercio agroalimentarios; sin embargo, la calidad de las dietas actuales en comparación con las dietas saludables se ha puesto en duda. Esto no solo se debe a las limitaciones del sistema de producción alimentaria, sino también a la importación de alimentos procesados, caracterizados por un alto contenido en grasa, azúcar y sal y consecuencias perjudiciales para la nutrición y la salud. Tal y como demuestran los estudios de casos de países, la expansión comercial prevista en la región suele verse limitada por diferentes medidas no arancelarias de numerosos países.

Las proteínas de origen animal han cobrado importancia en la mayoría de los países, contribuyendo a un cambio en las dietas y a la seguridad alimentaria. Sin embargo, se observan diferencias regionales en la variedad de alimentos disponibles. Turquía y los países de los Balcanes Occidentales disponen de mayor cantidad de frutas, hortalizas y legumbres, mientras que los antiguos países miembros de la Unión Soviética tienen más carne y pescado.

"Estas tendencias ponen de manifiesto la necesidad de políticas que tengan en cuenta la nutrición -tanto en la producción como en el comercio- y aumenten la disponibilidad de diversos alimentos", dijo Fang.

Para reorientar la producción, las dietas y las políticas relacionadas con el objetivo de mejorar -y hacer más sostenibles- la producción alimentaria y la nutrición, el informe desarrolla dos conceptos marco cada vez más habituales: el enfoque del sistema alimentario y la agroecología. Los objetivos de estos conceptos tienen ventajas e inconvenientes y las políticas públicas tienen la misión fundamental de proporcionar incentivos y crear un entorno adecuado para la participación de todos los pequeños productores. La reorientación de las políticas también debería subrayar la necesidad de centrar la atención en la población más pobre y vulnerable.