El arzobispo alemán Reinhard Marx, un bailarín de tango bajo presión

Por Jörn Perske y Christoph Driessen (dpa)
Fulda/Múnich, 24 sep (dpa) - El arzobispo alemán Reinhard Marx, líder de la Conferencia Episcopal Alemana (DBK), se encuentra bajo presión por haber prometido a los católicos alemanes un proceso de reforma que se topa con una gran desconfianza del Vaticano.


Ahora existe una enorme expectativa en las comunidades de que a este anuncio le sigan los hechos. Al mismo tiempo, sin embargo, el Vaticano le ha dado a entender al hombre de 66 años que los obispos alemanes no tienen ningún derecho a cambiar nada esencial.

Para Roma, el "camino sinodal" no es otra cosa que el camino especial alemán. Y desde Martín Lutero se sabe adónde puede llevar eso.

Marx es considerado como un líder robusto en atuendo rojo cardenal. Incluso su estatura hace difícil pasar por alto al eclesiástico barroco; su presencia llena la sala. Cuando se acerca, uno involuntariamente da un paso al costado.

Ya demostró en Fulda que no tiene problemas para hacer frente a encuentros difíciles e incalculables.

En la apertura de la asamblea general del otoño boreal, unos 150 manifestantes, en su mayoría mujeres, protestaron en voz alta por una mayor igualdad en la Iglesia. Marx aceptó el llamado a conversar, se mezcló con los manifestantes y demostró que presta oído, aunque sólo sea por diez minutos.

Marx dirige desde hace más de una década una de las diócesis más ricas del mundo católico: es arzobispo de Múnich y Freising. Allí a veces se le acusa de hablar en un "argot renano", pero en realidad Marx es westfaliano. Creció en Geseke, hijo de un maestro cerrajero, y estudió en la cercana Paderborn.

De 2002 a 2008 fue obispo de Tréveris y vivió en la ciudad natal de su homónimo Karl Marx. El católico, de orientación ético social, se siente en parte conectado con su filosofía: Uno de sus libros es aludido como "El capital" y trata de la irresponsabilidad de los mercados.

En vista de los bancos vacíos en las iglesias, Marx combinó las parroquias de su diócesis bávara para formar asociaciones parroquiales más grandes. Una reforma de este tipo cambia las estructuras establecidas desde hace mucho tiempo y, por lo tanto, siempre conduce a la resistencia a nivel de las bases.

Cuando fue elegido hace cinco años, Marx todavía era considerado un confidente cercano del papa Francisco. Mientras tanto, muchos ya no están tan seguros de que todavía mantega la escucha del papa. Su oponente, el cardenal Rainer Maria Woelki de Colonia, ultraconservador en materia de fe, parece tener mejores conexiones con Roma últimamente.

El proceso de reforma iniciado por Marx, el "camino sinodal", choca con una gran desconfianza en el Vaticano. Woelki advirtió recientemente de una división y de la formación de una Iglesia nacional alemana.

Marx está teniendo que realizar actualmente un difícil acto de balanceo. Después de todo, y a pesar de su robustez, su sentido del equilibrio está obviamente bien desarrollado. "Me consideraban un buen bailarín en mi pueblo", reveló recientemente. "El tango era mi baile favorito".