Palabras de María Corina Machado en la Cumbre Concordia, Colombia (2019)

PRENSA VENTE VENEZUELA

Muchísimas gracias al Concordia Summit 2019 y al instituto Hernán Echavarría por la oportunidad de dirigirme a ustedes desde Venezuela. Me siento honradísima de compartir este panel con el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, gran aliado y amigo de la causa por la libertad de Venezuela y con Axel Káiser, quien desde la Fundación para el Progreso divulga las ideas de libertad en todo el hemisferio.


Hablar del populismo en América Latina indiscutiblemente implica entender cómo es posible que Venezuela haya llegado a donde estamos hoy en día. Cómo las ideas populistas significaron una fachada que escondía un proyecto de dominación militarista criminal que ha devastado una nación. Los enemigos en primera instancia del populismo son la libertad, el Estado de derecho y las instituciones. Pero se trata de entender también el rol que ha jugado en estas décadas el llamado Foro de Sao Paulo, creado en 1991 por Fidel Castro y Lula Da Silva, y cuyo primer proyecto fue Hugo Chávez Frías, y de allí utilizaron a Venezuela y este gobierno como palanca para seguir expandiendo sus ideas populistas, obviamente con un componente enorme de corrupción y control hasta llegar en el año 2008/2009 a tener 14 jefes de Estado en el hemisferio.

Hoy, muchos pensarán que por el hecho de que algunos de estos gobiernos o proyectos han sido derrotados, ya no existe una amenaza para el hemisferio, pero es precisamente todo lo contrario. Venezuela representa hoy la palanca, el punto que busca expandir este proyecto, cuya próxima víctima aspira que sea Colombia y siga atacando al resto del Hemisferio.

Ahora, para derrotar un régimen o un sistema de esta naturaleza, el punto de partida tiene que ser de caracterización correcta. Obviamente, no estamos hablando de una dictadura convencional, ni siquiera de un narco-Estado con apoyo cubano. Debemos entender que lo que se ha configurado en Venezuela, la llamada Revolución, es un sistema que tiene por detrás a todas las fuerzas criminales del planeta, desde el narcotráfico, la guerrilla del ELN, la FARC, pasando por las redes de contrabando de minerales, combustible y desde luego el terrorismo islámico. Aquí en Venezuela, detrás de este sistema criminal, se mezclan intereses de orden ideológico, económico, financiero, cultural y desde luego geopolítico.

Todos, todos los mecanismos los hemos intentado para derrotar a este régimen y ha quedado claro que lo que se ha instaurado es este Estado criminal que ha provocado una guerra no convencional en Venezuela, porque en nuestro país existe un conflicto de orden transnacional y carácter criminal, y como tal debemos abordarlo. Un conflicto, una guerra asimétrica, un conflicto no convencional debe ser abordado en múltiples planos, como el tecnológico, de la inteligencia, del ciberespacio, de la diplomacia, en el plano policial y militar, pero muy especialmente, en el plano de la mente de la opinión pública. Y en este sentido, el sistema que respalda todo lo que acompaña y soporta a Nicolás Maduro, que incluye a estas fuerzas criminales del mundo, ha sido efectivo imponiendo su narrativa en al menos tres dimensiones. La primera: plantear que lo que se está buscando por parte de la coalición internacional es una ocupación o intervención masiva militar convencional en Venezuela. Eso no es verdad, la ocupación ya existe por parte de las fuerzas criminales, y lo que estamos buscando es una coalición internacional con un propósito de paz humanitario soportado, sí, en las fuerzas militares de la región dispuestas a asegurar una transición impostergable.

El segundo mito, la segunda mentira, tiene que ver con que la transición en Venezuela, la salida de la dictadura implicaría una guerra civil si hay respaldo internacional para provocar esta ruptura. Eso es absolutamente falso. La población venezolana está cohesionada como nunca, en nuestro país no existen conflictos, ni tensiones de orden ideológico, étnico o religioso. El país está unido en una inspiración que implica sacar a Maduro y a sus mafias e iniciar la reconstrucción democrática de nuestra nación. Por lo tanto, decir que Venezuela puede ser Siria, Vietnam o Irak se convierte en un elemento de disuasión y de amenaza y de terror a la comunidad internacional que no tiene sustento alguno.

Y en tercer lugar, el otro mito, la otra mentira es hacer creer que solo es posible una transición ordenada si se mantienen a las mafias del poder en el gobierno de transición. Es decir, dejar a los criminales y a las mafias militares, judiciales o financieras, llevando adelante o participando en esta supuesta transición. Esto obviamente impediría que se acabara la impunidad, que los recursos robados fueran repatriados, que hubiese justicia a los delitos y crímenes de lesa humanidad, pero peor aún, que Venezuela en el corto plazo, podía terminar en un escenario similar a Nicaragua, donde estos criminales volvieran a tomar todo el poder. De modo que hoy estamos frente a una oportunidad real, histórica, una oportunidad que no podemos dejar pasar. Una confabulación  de las fuerzas oscuras criminales del mundo tiene que ser desarticulada y enfrentada con una gran coalición de las democracias occidentales. Que entendamos, en primer lugar, que esta guerra asimétrica, que este conflicto no es convencional y debemos efectivamente librarlo imponiendo una narrativa y una urgencia; y en segundo lugar, que ya no todas las opciones están sobre la mesa. Ha quedado claro que un régimen de esta naturaleza y con vínculos trasnacionales sólo será erradicado con opciones que impliquen fuerza, fuerza precisamente para evitar la violencia que hoy desangra Venezuela.

Y en tercer lugar, asegurarnos que este proyecto que ha tenido una dimensión trasnacional, que busca expandirse, puede ser combatido y erradicado, también desde una perspectiva trasnacional, y eso debe materializarse a través de una coalición internacional humanitaria con fines pacíficos que se despliegue de inmediato en todo el territorio venezolano.

Venezuela nació para ser libre. Hoy, los venezolanos estamos dispuestos a hacer lo que haya que hacer para liberar a nuestra nación, no solo por la destrucción que está acabando con vidas, que se pierden todos los días, sino porque es una amenaza real no solo para la estabilidad y seguridad de Colombia, para la región de América Latina e incluso de los EE.UU. Ha llegado la hora de actuar, vamos a erradicar de este hemisferio el crimen y la corrupción y el mal que tanto daño han ocasionado en estos años. Nunca más permitiremos que el populismo, el militarismo y el autoritarismo devasten nuestra nación. Muchísimas gracias.



#Concordia19