El legado de Ana Frank en un museo sin muros

Por Sandra Trauner (dpa)
Fráncfort, 31 dic (dpa) - El Museo Judío de Fráncfort se encuentra cerrado actualmente por obras. Aún se dan martillazos, se taladra, se pinta y se tienden cables. La reapertura fue aplazada, pero ya se pueden tener unas primeras impresiones y existe una nueva dirección en el mapa de Fráncfort.


En Berlín, el espectacular edificio del Museo Judío concebido por el arquitecto estrella Daniel Libeskind atrae a visitantes de todo el mundo. Pero Fráncfort ahora tampoco se quedará atrás y le seguirá en 2019. Al fin y al cabo, este museo judío es el más antiguo de Alemania, y el legado de la familia de Ana Frank le confiere un toque de auténtica exclusividad.

Sin embargo, los trabajos de modernización y edificación no progresan como se esperaba. La inauguración tuvo que ser aplazada y los costes de obra superan también la cifra calculada, informaron Mirjam Wenzel, directora del museo, y el Ayuntamiento de Fráncfort. En marzo de 2018, cuando se celebró la ceremonia de finalización del tejado, se habló de que la inauguración sería en el verano (boreal) de 2019, pero en cambio ahora se estima que será a principios de noviembre.

"Los obras de construcción y renovación se han retrasado un poco, lo que implica ligeros aumentos de los gastos", comentó Sarah Fischer, portavoz del museo. Pero "en general, no se sobrepasa el presupuesto original".

El nuevo museo judío estará formado por tres edificios. La reapertura del Museo Jugendgasse (museo de la judería) fue ya en 2016, ahora le seguirán los dos edificios principales, uno antiguo y otro nuevo, situados en la orilla norte del río Meno, en las inmediaciones del Ayuntamiento.

Allí está, por una parte, el histórico palacio de la dinastía de banqueros Rothschild, en el que el Museo Judío se alojó desde 1988. Este edificio está siendo saneado desde 2015. En el edificio antiguo se alojará la nueva exposición permanente en tres plantas.

Detrás del palacio, el estudio de arquitectos Staab está levantando la nueva construcción. El museo tendrá así 3.500 metros cuadrados adicionales de superficie. Además del vestíbulo, habrá una tienda, una cafetería, una sala de eventos y una biblioteca. Las exposiciones temporales se presentarán en las salas del sótano.

El edificio antiguo y el nuevo se inaugurarán a la vez en noviembre de 2019, informó la portavoz Fischer. Pero la primera exposición temporal tendrá que esperar hasta la primavera de 2020. No obstante, el lema ya ha sido fijado: "¡Estamos ahí! Judíos en Europa 1945-50".

Una atracción especial de la nueva exposición permanente es el legado de la familia de Ana Frank, la niña judía mundialmente conocida gracias a la publicación de su diario. Ana Frank hubiera cumplido 90 años en el verano boreal pasado.

Su primo Buddy Elias legó al museo el patrimonio de la familia arraigada en Fráncfort en calidad de préstamo permanente. Antes de las reformas no había espacio para exponer los numerosos objetos. Ahora se podrán ver muebles y enseres de la vida cotidiana de la familia Frank y consultar documentos y fotos en la biblioteca y en la muestra.

Ya en la primavera de 2019 se inaugurará la explanada que ha surgido entre el antiguo edificio y el nuevo. "Pudimos convencer a la ciudad de Fráncfort de que nuestro museo debía estar en el futuro en la plaza Bertha Pappenheim", explicó Sarah Fischer.

La defensora de los derechos de la mujer Bertha Pappenheim (1859-1936) fue la fundadora de la Liga de Mujeres Judías. Los escritos del psicoanalista Sigmund Freud relacionados con la paciente del "caso de Ana O." la hicieron famosa.

En la plaza se instalará una escultura de 11 metros de altura en la que dos árboles de aluminio se funden entre sí, uno de ellos despunta del suelo y el otro extiende sus raíces hacia el cielo. El artista israelí Ariel Schlesinger quiso simbolizar así el arraigo y desarraigo de los judíos.

El Museo Judío celebró su 30 aniversario en medio de la obras. Durante cinco días, el museo abrió sus puertas al público. Entre paredes desnudas y cables sueltos, se montó una exposición de arte en el Palacio Rothschild; en el edificio nuevo, entre tabiques armados con cajones apilados, hubo debates, películas, conciertos y fiestas. El Museo Judío se presentó esos días como "museo sin muros", una idea que a la directora Mirjam Wenzel le gustaría proseguir.