Almagro: "OEA no le ha fallado a los venezolanos"

septiembre 05, 2018

Gonzalo Abarca - Washington, DC


The code has been copied to La Organización de los Estados Americanos (OEA) enfrenta hoy dos de los principales desafíos que han venido aquejando a América Latina: el acceso y la equidad de temas migratorios, impulsados principalmente por la crisis venezolana. Y los temas políticos del continente que incluyen la crisis política y social en Nicaragua.


En entrevista con la Voz de América, el Secretario General de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, describió cuál es la posición de la organización, principalmente, frente a estos dos temas.

VOA: De todos los desafíos que tiene la OEA, que no son pocos, ¿cuál es el más apremiante?

Almagro: El más apremiante es, obviamente, por la dimensión humanitaria, el de Venezuela. Cuando la población tiene que dejar su país por millones. Cuando el país está en caída libre, desde el punto de vista institucional, político, económico, productivo, las variables sociales, el ambiente de trabajo. Cuando la gente solamente encuentra una oportunidad para comer en el exterior, porque estamos hablando de necesidades súper básicas, y dejar todo para poder comer en el exterior, porque la vida vale más que estar subyugado también por una variable política, que definitivamente ha enterrado el país en la peor crisis que ha visto este hemisferio. El peor éxodo migratorio que ha visto este hemisferio y la dimensión de la falta de derechos, de garantías. Definitivamente, estamos ante la situación más apremiante de la región.

El caso cubano es una dictadura que tiene ya décadas y los problemas de la dictadura cubana son problemas de los que más o menos todo el continente está de alguna forma acostumbrado. Y, obviamente, la situación nicaragüense que ha tenido una dimensión de violencia, de asesinatos, de falta y de violación de derechos humanos. Y que definitivamente necesita una reinstitucionalización.

VOA: Venezuela ejemplifica como ningún otro caso la diplomacia hemisférica tratando de oxigenar democráticamente la nación. ¿Usted cree que la OEA ha fallado en eso?

Almagro: No, la OEA ha hecho lo que debía hacer. Los instrumentos que tiene la OEA son caminos por la paz, hacia la paz y por la democracia y hacia la democracia. La OEA no tiene instrumentos para forzar cambios políticos ni actuar a través de la fuerza. La OEA es, definitivamente, los instrumentos jurídicos que tenemos para hacer valer condiciones de democracia y el respeto a las garantías y a los derechos humanos. La OEA tiene ya dos resoluciones sobre el tema en Venezuela: la resolución del 3 de abril del año pasado sobre la alteración del orden constitucional; la resolución de este año, declarando ilegítimas las elecciones y abriendo la posibilidad para que los países tomen acciones para buscar poner más presión internacional sobre el régimen.

Y creo que ese es el camino: sanciones cada vez más fuertes, que afecten al gobierno, a la dictadura y que definitivamente tuerzan el brazo para una solución institucional que el país necesita. Pero el camino es democrático y es en función de los instrumentos jurídicos que tenemos.

Decía hace poco que yo no sé lo que es un minuto en la vida de un torturado, de un preso político, de una persona a la que le han asesinado a un familiar. Eso es absolutamente trágico y es imposible de dimensionar, desde nuestras realidades.


VOA: En medio de todas esas democracias del continente, Sr. Secretario: ¿Qué es Venezuela? ¿Es un estado fallido?

Almagro: Sí, es un estado fallido. Con vínculos con el crimen organizado. Es un estado impregnado completamente por el narcotráfico y, definitivamente, el más corrupto que ha existido prácticamente en la historia del continente. Todos los casos de corrupción que hemos visto son pocos comparados con lo que definitivamente ocurre en Venezuela y eso es el despojo absoluto que ha habido al propio pueblo. Pero, además, obviamente las condiciones de criminalidad que el régimen impone a su propio pueblo.

VOA: Por excelencia, representa usted la diplomacia hemisférica. ¿Cómo ve usted el músculo político en el caso de Venezuela? ¿Cómo ve usted la opción militar?

Almagro: Mire, la opción militar es la última opción. Creo que tenemos que recorrer todavía otros caminos que son sanciones. Si vemos el estado de las sanciones que tenemos, ya sea a Estados Unidos, de Canadá o de los países latinoamericanos... Todavía falta mucha sanción por aplicar y mucho camino para recorrer, a la hora de forzar una solución institucional.

VOA: En el caso de Nicaragua, ¿Cuál la posición de la OEA? ¿Qué le diría usted a estos estudiantes que están saliendo a las calles, a las madres cuyos hijos están precisamente en prisión por disentir del señor presidente Ortega?

Almagro: Que hemos hecho y estamos haciendo lo necesario para que haya justicia y democracia en el país. Entendemos las urgencias. Decía hace poco que yo no sé lo que es un minuto en la vida de un torturado, de un preso político, de una persona a la que le han asesinado a un familiar. Eso es absolutamente trágico y es imposible de dimensionar, desde nuestras realidades. Sí, nos tenemos que meter en esa realidad tan profundamente como podamos. Y eso es lo que hemos hecho, proponiendo soluciones para la redemocratización del país, para la reinstitucionalización y para que haya justicia. Por eso, las negociaciones que hemos impulsado desde el principio para la reforma del proceso electoral, algo que es imprescindible, porque es la única salida institucional que tiene el país por delante son elecciones legítimas y transparentes.

Y después justicia; es fundamental que se encuentre a los responsables, que la investigación nos lleve hasta los culpables de los asesinatos de la tortura que ha sufrido el país. El diálogo tal cual estaba implementado con la mediación de los obispos era un instrumento fundamental y creo que ese diálogo debe ser retomado para reinstitucionalizar el país.

El presidente Ortega está en una disyuntiva histórica. O sea, puede empujar al país por el precipicio por el cual Maduro empujó a Venezuela o puede rescatar a su país reinstitucionalizándolo. Si no, ya sabemos lo que pasa cuando un país intenta sostenerse solamente sobre la represión. Se termina el clima de negocios, las inversiones, el comercio, el trabajo, la producción. Y eso es empujar al país y a su gente, a su pueblo, al que se debe cada político y cada gobernante, por ese precipicio por el que no debería haber caído Venezuela y por el que esperemos no caiga en Nicaragua.