Una excursión por el paisaje fluvial del noreste de Alemania

Por Alexandra Frank (dpa)
Stolpe (Alemania), 13 may (dpa) - Pronto va a estar demasiado oscuro. ¿Cómo se pueden descubrir castores ahora? "No se preocupen", dice Carsten Enke. "El crepúsculo es el mejor momento". Enke, de 51 años, trabaja desde hace 17 años como guía de naturaleza enseñando a los turistas su patria chica desde el agua. Es la forma más bonita para explorar el parque natural Paisaje Fluvial Valle del Peene, en el estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, en el noreste de Alemania.


Esta es una de las regiones pantanosas más grandes del centro de Europa. Enke lleva a los turistas en una excursión en barco de varios días desde el lago Kummerow hasta la desembocadura del río Peene, al este de la ciudad de Anklam. Por la tarde, los visitantes también pueden desplazarse en canoa en busca de castores.

Unos 1.000 castores viven a lo largo del río serpenteante. El barco acaba de pasar junto a un sendero de menos de 30 centímetros de ancho en medio de la caña. "Tengan un poco de paciencia", dice Enke. Y efectivamente: una cabeza redonda con orejas pequeñas y grandes ojos oscuros se desplaza por el agua junto a la caña, y un par de metros atrás viene otro castor. Durante casi cinco minutos, los animales acompañan el barco.

"Ahora han visto castores", dice Enke. "Sin embargo, de día también se pueden ver nutrias y otros animales que viven en el río". Cuando hace sol, es más fácil descubrir los animales, como los excursionistas pueden comprobar al día siguiente.

El barco, propulsado por energía solar, sigue bajando por el río. Escondidos entre la caña hay garzas reales y martines pescadores al acecho del botín. Agazapado entre nenúfares asoma un cormorán. El barco atraca en la localidad de Menzlin. Rainer Vanauer, quien regenta un negocio de alquiler de barcos, lleva a los turistas por un antiguo campamento vikingo. Entre los siglos VIII y X existió aquí un asentamiento de ese pueblo nórdico.

La ubicación del asentamiento junto al río con acceso directo al mar Báltico era perfecta para un emporio marítimo. "Unas 300 personas vivieron aquí en aquella época", dice Vanauer mientras sube por una elevación arenosa cubierta de pinos. "Un lugar mágico", afirma entusiasmado.

Vanauer señala un montón de piedras colocadas en forma elíptica. Se trata de una de las más de 30 tumbas de mujeres escandinavas que los arqueólogos han excavado en este lugar. "Las piedras se colocaban así para imitar la forma de un barco", explica Vanauer. "Un barco en el que los muertos iniciaban el viaje hacia el más allá al otro lado del mar".

El bote de excursión continúa su viaje por el río en dirección a Anklam, donde se alzan al cielo las torres de ladrillo de las iglesias medievales de Santa María y San Nicolás. La especialidad de Günther Hoffmann es buscar águilas marinas. Con su mirada experimentada, este guía de naturaleza lleva a los turistas por el el bosque pantanoso más grande de Alemania, situado en la desembocadura del Peene.

"Durante siglos se extraía aquí turba usada como combustible", explica Hoffmann. Después de la reunificación alemana, el bosque pantanoso y el valle del Peene fueron renaturalizados. Hoy, las turbas y las praderas húmedas son un paraíso para ornitólogos. Con la inundación de esta región, que en el pasado había sido drenada, se asentó aquí la mayor colonia de cormoranes de Alemania, que atrajo también a las águilas pescadoras.

¿Y las águilas marinas? "Ningún problema", dice Hoffmann mientras señala un árbol en cuya copa está sentada una pareja. "Quien dé un paseo por aquí casi siempre puede ver águilas marinas".