Una pista de pruebas para la carretera del futuro en Alemania


Por Jonas-Erik Schmidt (dpa)
Colonia, 5 nov (dpa)- Bastian Wacker se alegra de ver la carretera rota, un sentimiento un tanto atípico para un ingeniero civil. Cuando se desprenden piedras del asfalto es un momento positivo porque "de esa manera entendemos mejor la carretera", explica.


Este experto alemán no está hablando, sin embargo, del cercano cruce de la ruta Colonia-Este, que se ve desde donde estamos y donde un bache podría causar muchos problemas, sino del suelo de la nueva y enorme pista de pruebas de la Oficina Federal de Carreteras (BASt), que está separada del tráfico normal de automóviles y camiones y en la que los ingenieros quieren desarrollar la carretera del futuro.

Como suele pasar a menudo en Alemania, el proyecto tiene un largo y complicado nombre burocrático: "Área de Pruebas, Investigaciones y de Referencia de la BASt". Y consiste en un terreno al aire libre de 25.000 metros cuadrados y un kilómetro de largo inaugurado a mediados de octubre en el que se prueban nuevos materiales, formas de construcción y procedimientos.

Mucho de lo que aquí se hace suena espectacular, como rutas que se arreglen a sí mismas o que generen electricidad, puentes inteligentes con sensores o construcción ultrarrápida con piezas de cemento prefabricadas.

La pista costó unos 13 millones de euros, pero Stefan Höller, director de proyecto, considera que la inversión está absolutamente justificada porque hasta ahora no existía ningún sitio así. No hacía falta. "Pero eso está cambiando, porque hay toda una serie de transformaciones que están llegando a las carreteras".

Höller se refiere en concreto al aumento del tráfico y la infraestructura que se va quedando antigua. "Por ejemplo, en el futuro habrá situaciones climáticas más largas y extremas. Es decir, no solamente tres o cuatro días a 40 grados, sino quizás de cuatro a seis semanas". Y hay que saber reaccionar ante ello. Ya no sirven los ciclos de desarrollo de 30 años. "Hay que tener algo en unos pocos años".

Pueden pasar 30 años hasta que una innovación llega a la práctica, porque la construcción de carreteras es conservadora. Pero hay sobre todo un paso que demora mucho el proceso, que es el inicio de las primeras pruebas en condiciones reales, hasta ahora, por ejemplo, en un estacionamiento o una carretera de servicio. Se espera que la nueva pista reduzca este proceso en una zona de pruebas con condiciones reales y controlables.

En el marco del proyecto de Bastian Wacker, un pesado vehículo maltrata una zona asfaltada que lleva un ingrediente fuera de lo común: partículas magnéticas. La idea detrás es la misma de una cocina de inducción en la que se pueden calentar ollas magnéticas.

La inducción hace que las partículas magnéticas se calienten rápidamente, el betún asfáltico que las rodea se expande, se ablanda y cierra así pequeñas fisuras. De esta forma sería posible repararlas pasando con una máquina de inducción por encima y extender su vida útil. "La olla es la carretera y la placa el aparato de inducción", explica Wacker.

Otra idea es la de rutas que generen electricidad. El asfalto se calienta mucho en verano. "Se podría usar esa energía", dice Stefan Höller. Con un líquido que circule por un caño, ya sea agua o un refrigerante, la energía se conduce y más tarde se transforma en electricidad. Como efecto secundario baja la temperatura de la carretera y se generan menos estrías. En invierno podría hacerse circular por el caño agua caliente procedente de la geotermia y necesitar así menos sal -o ninguna- para eliminar el hielo.