Historia industrial y naturaleza: el Berlín menos turístico


Por Alexandra Stahl (dpa)
Berlín, 2 oct (dpa) - Para la mayoría de los turistas un viaje a Berlín incluye visitar la Puerta de Brandeburgo, la avenida Ku'Damm y los restos del muro en la East Side Gallery, pero muy pocos saben lo que esconde el sudeste de la ciudad. Para comprender lo verde que es la capital alemana y además aprender algo de historia se puede recorrer Treptow-Köpenick, el mayor distrito de Berlín. Más del 40 por ciento de la superficie de bosques berlinesa se encuentra aquí y en ningún otro lugar de la ciudad el porcentaje de agua es tan alto.


Parque de Treptow: Al bajar del S-Bahn (tren urbano) en el parque de Treptow nos encontramos frente a un jardín de más de 88 hectáreas con un puerto. Justamente detrás comienza el parque de atracciones de Plänterwald. Los amantes de los paseos pueden perderse fácilmente por el parque de Treptow.

Por ejemplo, en el monumento conmemorativo soviético. La estatua de bronce de un soldado que sostiene a un niño en brazos sobre una esvástica rota mide 12 metros de altura y está rodeada de caminos construidos simétricamente y amplias escaleras. La construcción que conmemora la liberación de Berlín de los nazis con ayuda del Ejército Rojo es enorme. La extensión y lo monumental de la instalación, que se erigió en 1949, hacen que uno se detenga. Aquí están enterrados más de 7.000 soldados soviéticos.

Aquellos a los que el pasado les pese demasiado se encontrarán más cómodos en la isla de la juventud. En la pequeña península que se encuentra frente a una gran cervecería al aire libre se celebraban muchas fiestas en tiempos de la RDA, la Alemania comunista. Hoy en día todavía se organizan eventos. Sus gestores la publicitan con una lógica aplastante: "No importa cuál sea el motivo, una isla siempre es el lugar adecuado."

Müggelsee: La mejor manera de visitar el mayor lago de Berlín es con un barco desde el puerto de Treptow, así se ve todo el distrito. Una noria gigante asoma desde el Plänterwald. "Eso era el antiguo parque del Spree", explica el guía.

En ambas orillas del río hay antiguas naves industriales y edificios en ruinas. Da la sensación de que tras la Reunificación Alemana todo el mundo hubiera desaparecido y ya no hubiera vuelto a pasar nada. En medio, sin embargo, se encuentran lujosos edificios de nueva construcción: Treptow-Köpenick crece.

Después de dos horas de paseo el barco llega al Müggelsee. El lago es tan grande que apenas se ve la orilla. El que se baje en la parada de Rübezahl puede caminar por el bosque, que en esta zona parece más bien una selva, hasta la torre Müggelturm.

Unas amplias escaleras conducen finalmente hasta una pequeña montaña en la que se encuentra la torre de 30 metros de altura. Por lo caótico del lugar uno se pregunta si esto es el mirador del este. La torre parece pequeña, tan rodeada como está de vallas, cables sueltos y edificios inacabados. Recuerda un poco al envejecido aeropuerto de Schönefeld que uno nunca sabe si encontrar simpático o bochornoso.

En realidad se debe a que la rehabilitación de la torre, que se construyó por primera vez en 1880 de madera y después se volvió a levantar numerosas veces, todavía no está acabada. Los dos euros que cuesta la entrada se destinan a las obras. La escalera de subida es estrecha y apenas hay aire. A excepción de una cafetería, aquí no hay nada turístico. Desde arriba se disfruta de unas bonitas vistas de la Torre de la Televisión en el Alexanderplatz y de los espacios verdes.

Oberschöneweide: Es la antigua zona industrial de Berlín, que en el pasado fue una metrópolis puntera en electrotécnica. La excursión merece la pena para ver las enormes y viejas naves industriales a orillas del río Spree.

El Salón Industrial de Berlín ofrece una visita guiada bajo el nombre de "Elektropolis". A juzgar por sus naves vacías se podría pensar que aquí no hay actividad alguna. "Ocurren más cosas de las que se ven", dice la colaboradora Annette Siegert que hoy se encarga de explicar el pasado de este barrio. Aquí tuvo su fábrica el consorcio electrónico AEG.

Siegert señala unas naves abandonadas y desvela que el cantante canadiense Bryan Adams ha comprado una de ellas. En algunos edificios hay talleres. También se han instalado cafeterías de moda, solo falta un buen bar.

Son sobre todo los berlineses, muchos del este, los que quieren descubrir su ciudad. "Vienen muchos antiguos trabajadores", dice Siegert. En Schöneweide trabajaban 30.000 personas en tiempos de la RDA. Tras la Reunificación Alemana solo quedó un 10 por ciento.

El punto culminante del recorrido, que dura dos horas y media, es el final: desde la torre Peter Behrens se puede observar de nuevo este barrio y el resto de la ciudad desde casi 60 metros de altura.