"Los susurradores de serpientes" del Ejército alemán


Por Klara Weidemann (dpa)
Múnich, 9 jul (dpa) - "Cuando no hay alternativa, entonces hay que destrabar la pistola y disparar", recomienda el biólogo Patrick Boncourt a un grupo de camilleros del Ejército alemán en el Centro de Cuidado de Reptiles de Múnich.


Desde un rincón se escuchan ruidos escabrosos provenientes de varios toneles de plástico. Boncourt y el director de la institución, Markus Baur, preparan a soldados alemanes para intervenciones en el extranjero. En concreto, les enseñan estrategias para enfrentarse con reptiles peligrosos. El tema de hoy son las serpientes venenosas.

"La vida de los seres humanos está en primer lugar", explica Boncourt. Sin embargo, el centro de Múnich, único en su tipo en Alemania, también entrena a los soldados para que sepan proteger a los animales. "Nuestra meta es el bienestar de todos", agrega.

Cuando uno sabe a qué hay que prestar atención, la coexistencia con los animales es posible, subraya el experto. "Tratamos de romper la imagen demoníaca que se atribuye a las serpientes", dice Boncourt, ya que una rata puede ser tan peligrosa como una cobra.

Los soldados aprenden a estimar cuán grande es el peligro que supone enfrentarse con una serpiente. También se informan sobre el modo de tranquilizar al animal, de atraparlo y dejarlo nuevamente en libertad. Los seis participantes del curso partirán en los próximos meses a Afganistán o a Malí, regiones donde es común que las serpientes venenosas se extravíen en los campamentos militares.

Los soldados han practicado previamente con corbatas, muñecos de trapo y hasta con serpientes no venenosas. Ahora se enfrentan a ejemplares venenosos que realmente habitan en África y Asia. Los animales conservan su estado natural, no se les han extraído los colmillos ni el veneno. El director del instituto pone en libertad a dos cobras, que se deslizan lentamente por el suelo.

"La regla más importante es el árbol", explica una participante. Boncourt asiente. El "árbol" consiste en quedarse de pie en forma relajada, respirando con calma y sin moverse. Si no es azuzado, el animal no ataca. Por eso los participantes se quedan de pie durante un tiempo y dejan que las serpientes se muevan entre sus pies. Los animales de sangre fría se muestran pacíficos, a pesar de que apenas reinan 19 grados y casi no hay sol para calentarse.

Los soldados se entrenan luego con otras especies venenosas. "Todavía conservo un sano respeto por los animales", comenta otra participante de 25 años tras el curso, que según dice le ha quitado el miedo. Todos los soldados concuerdan en que la gran diferencia consiste en si se trata de ver una serpiente o de tener que tocarla. Ahora se sienten bien preparados.

Miembros de la Policía y de dotaciones de bomberos también asisten a los cursos ofrecidos en Múnich, ya que mucha gente no lo sabe, pero cuando alguien encuentra una serpiente, lo primero que debe hacerse es llamar a los bomberos, aclara Boncourt.