Superpoblación de castores en Alemania: algunos terminan en la cocina

Por Sabine Dobel (dpa)

Múnich, 17 abr (dpa) - Hace cientos de años, los monjes comían carne de castor en la época de la Cuaresma, ya que por ser acuáticos y tener una cola escamosa, estos roedores bien podían pasar por pescado.
Hoy en día resurge el interés por los castores en la cocina, ya sea como guisado con albóndigas de patata, al vapor o a la crema. La gente intercambia recetas en Internet.

Los castores se han reproducido con gran intensidad en Alemania: tan sólo en Baviera habitan unos 20.000 ejemplares de esta especie protegida, que en parte causa grandes daños debido a su famosa habilidad para talar árboles.

Por esta razón, los cazadores tienen permitido capturar vivos o matar de un disparo a unos mil ejemplares cada año y consumir la carne de sus presas. "Cuando se mata un animal, no hay que desecharlo en una planta de eliminación de cadáveres", comenta Thomas Schreder, de la Asociación Bávara de Cacería.

Las opiniones difieren en cuanto a considerar una delicia al lomo, las patas o la cola de castor. Por otro lado, "los monjes eran de buen comer", recuerda Schreder. Sin embargo, la carne de castor no puede ser comparada con la carne de pescado.

El castor sabe más bien a corzo, opina el cazador y gastrónomo Jürgen Füssl, de la ciudad de Altenstadt, quien consume con sus amigos la carne de los castores cazados bajo autorización de las autoridades. "La mayoría de los cazadores los come, sería una pena no hacerlo. Se trata de carne orgánica".

Los castores fueron casi exterminados en Alemania a principios del siglo XX debido a su piel y a su carne. La especie fue puesta bajo protección y, para alegría de los ecologistas, la población se recuperó. En Baviera, la historia del castor es una historia exitosa, destaca Schreder.

Tal vez demasiado exitosa, ya que los agricultores lo consideran una plaga. Los roedores diezman sembrados de maíz, talan árboles y construyen diques. Los campos y praderas se inundan, y hasta los tractores se atascan en el terreno porque los castores socavan madrigueras en los prados y caminos.

En 2016 los costos de los daños causados por castores sumaron más de 600.000 euros, indican datos del Ministerio de medio ambiente de Baviera. El estado federado ofrece ayuda mediante el "fondo del castor" por un total de 450.000 euros, por lo que los agricultores reclaman un aumento de la suma para no tener que cubrir ellos el resto de los gastos.

Entretanto, los animales ya incursionan en las zonas urbanas, también en Múnich, la capital del estado bávaro. En el barrio de Pasing se observan troncos roídos, y algunos habitantes han instalado cercas eléctricas en las proximidades del parque central, un coto de los castores.

En vista de la gran propagación de los castores, Walter Heidl, presidente de la asociación de agricultores de Baviera, exige un nuevo debate sobre esta especie protegida. Su lema: "El castor, en vez de estar en la lista roja (de especies amenazadas) debería estar en el menú". Heidl propone que la carne de los castores cazados con autorización sea comercializada.