"Hoy almorzaremos con El Duque" y otros cuentos de Amir Valle gratis y en PDF para Cuba

MARTÍ

García Márquez decía que lo peor que le podía pasar a un escritor es que sus libros se vendieran como salchichas, cosa que él mismo no lamentaba cuando llegaban los cheques por las exitosas ventas de sus libros.

Amir Valle, narrador y periodista cubano, a quien el régimen castrista le prohibió volver a la isla luego de una breve estancia en Alemania, no piensa así. Ha seguido escribiendo compulsivamente y publicando con una suerte parecida a la felicidad, y más allá de la cuestión.

Después de una veintena de libros publicados por editoriales tradicionales entre las que destacan novelas, testimonios y narraciones cortas, el escritor cubano vuelve con una selección de cuentos (Nostalgias, ironías y otras alucinaciones, editorial Betania, 2017)gratis y lista para descargar.

En conversación con Martí Noticias, Amir habló de los personajes marginados que pueblan sus textos, de los lectores furtivos y fieles, como aquellos que persiguieron -hasta conseguirlo- su estudio Habana Babilonia (Ediciones B, España, 2008); habló de los censores y de la censura, esa pedrada que ha tocado en la puerta de todo artista incómodo y hasta del estelar pelotero El Duque Hernández y el récord que aún conserva en la pelota en Cuba.
¿Otra vez un libro de cuentos? ¿Una vuelta al redil?

Realmente es un regreso en muchos modos, porque metido en el mundo de la novela, que tú sabes que es un mundo que te ocupa mucho tiempo y junto con mis cosas como periodista yo había abandonado el género un poco. Descubrí un día que estaba escribiendo un cuento por año, algo que era bastante raro. La propuesta que me hizo Felipe Lázaro (director de Betania) de reunir textos viejos y nuevo en una especie de antología para revisar toda esa trayectoria y decir, bueno, vamos a proponer esta mirada.

[Como generación] Empezamos hace más de treinta años escribiendo cuentos, y esa parte había quedado un poco olvidada en los últimos quince años que lo que he publicado han sido novelas.
La marginalidad y la marginación de las personas se vuelven un tema recurrente en tu narrativa. Los enfermos de SIDA, la gloria de una estrella como El Duque para industrialista y fanáticos de toda la pelota…

Tú sabes que tú y yo tenemos la misma enfermedad, ¿no? (risas): Uno no puede separar nunca el escritor del periodista y va por ahí mirando la realidad con ojos periodísticos que luego eso se transforma en literatura.

En el caso personal lo que creo que me ha sucedido es una búsqueda de esa palabra, la marginación. Porque cuando uno sale al exilio, en mi caso obligado a salir al exilio, uno se da cuenta de que está en una especie de mundo de nadie, y se da cuenta de que eso ocurre no solo en el caso del exiliado sino en el de cualquier persona. Muchas veces te marcan como una especie de marginado que puede ser social, espiritual, religioso incluso; puede ser político, en el caso de los cubanos, que es la mayor marca que tenemos.

A la larga fui conformando un libro que tiene esa tónica. Todos los libros de cuento que he publicado, andan por ese camino.
Sigues detrás del lector furtivo, de ese que hace caso omiso a la política cultural del régimen ya las prohibiciones. ¿Sigues apostando a eso?

Creo que estoy obligado a eso. Si recuerdas el fenómeno de Habana Babilonia, en ese momento me empezaron a condicionar los lectores y semanalmente recibo dos y tres mensajes desde Cuba de personas que buscan leerme. Uno sabe que por desgracia –para el lector cubano- estos libros que publicamos fuera y en mi caso en editoriales grandes como Planeta, Grijalbo, Seix Barral, son extremadamente caros y además, por contrato con la editorial, no tiene la disponibilidad de enviar los PDF o los textos como uno quisiera.

Felipe Lázaro me dio esta propuesta, yo la asumí con mucha alegría porque en lo primero que pensé fue en esa cantidad de gente que se ha pasado todos estos años escribiéndome y pidiéndome mis textos. Eso me alegró mucho, el hecho de que este libro se pudiera descargar gratuitamente.
Nadie interfiere hoy en qué y con quién publicas, y encima decides regalar el libro y la posibilidad de que entre a Cuba. Has hecho todo lo contrario de lo que dicta la política cultural cubana, ¿lo hiciste pensando en esto?

De algún modo en Cuba uno tuvo que funcionar así, cuando empiezas a decir cosas que no están en el discurso oficial, empiezan a bloquearte ciertas puertas, y eso te obliga a estar siempre enfrentándote a determinadas circunstancias.

El hecho de que los libros míos fueran prohibidos en Cuba, el fenómeno de lo que pasó con Habana Babilonia, el escándalo, la gente echada de su trabajo, -por leerse un simple libro-. Eso fue creando un mito que me colocó en el centro de muchas personas, incluso aquellas que no solían leer libros.

Llega un momento en que uno se siente como en su propio medio con esos retos que te hace siempre la dictadura, en este caso que sigue censurando cosas.
¿Un escritor oficioso como tú, que vive todo el tiempo para la creación literaria qué puede aconsejarles a los escritores jóvenes?

Eso siempre es un reto. La decisión de alguien coger un libro y dejar que sus sentimientos viajen con esa persona que les está hablando, es cada vez más rara. Lo que le diría siempre a cualquier escritor joven es que la honestidad es lo primero que uno debe tener a la hora de escribir.

No importa el mercado, tú y yo sabemos que uno no va a ser millonario por escribir un libro, a no ser que exista un golpe de suerte. Pero la honestidad a la hora de describir esos mundos desde un punto de vista crítico y sincero es lo que mejor funciona en literatura.

No creo en el arte por el arte, creo que la literatura cumple una función social y en el caso de países como Cuba, creo que cumple una función más arraigada a la sociedad.
¿Y a tus censores?

(Risas otra vez) A ellos siempre les agradezco como una vez les tuve que agradecer que me censuraran y me convirtieran de pronto en alguien que era leído solamente por ustedes, mis amigos y la gente del medio, pasé a ser leído por centenares de miles de cubanos, eso se lo debo a los censores. Su estupidez convierte en héroes a gente que no o merecíamos. Les agradezco que hayan querido aplastarme, porque como yo soy de origen canario, tú sabes que los canarios cuando deciden atravesar un muro, lo hacen a cabezazos. Ellos (los censores) me han hecho más tozudo, más consistente, más ético. Si tendría que decirles algo es: ¡Gracias, que me sigan censurando!
¿Algún cuento que les recomiendes a los lectores de Nostalgias, ironías y otras alucinaciones?

Hay un cuento que para mí fue muy fuerte porque es parte de mi experiencia personal, es el primer cuento, "El desesperado amor de los ahorcados". Es una bella historia de amor, que me marcó mucho, no a mí, sino que me pasó de cerca, con un amigo. Recuerdo que cuando escribía ese cuento sentía que escribía algo que podía perdurar, y todavía hoy lo leo y me sigue estremeciendo.

Para los cubanos recomendaría "Hoy almorzaremos con El Duque" porque es un cuento sobre béisbol, que es algo que tenemos muy presente.

Para DESCARGAR el libro pulse aquí

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